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Comienza el momento de la verdad de la temporada, donde se empiezan a jugar las posibilidades de ganar títulos, y los grandes futbolistas deben encontrar su estado de forma más óptimo. Casemiro, que ha tenido algo más de irregularidad de lo que en él suele ser habitual, se marcó un partidazo en La Cerámica.

El encuentro disputado ante el Villarreal tuvo dos partes completamente diferentes. Una primera con los de Unai Emery con gran gestión del balón, consiguiendo someter durante muchos minutos al Real Madrid y siendo muy agresivos, tanto en cada pérdida, como en la presión. Y otra, la segunda, donde los de Carletto estuvieron a gran nivel, subiendo de forma notable la velocidad en todas las acciones y encontrando los caminos hacia la portera de Rulli, que impidió un mejor resultado para los blancos.

En ambos escenarios destacó Casemiro, siendo el coche escoba que barrió todos los problemas, con una gran lectura defensiva del juego, y cuando tocó dominar estuvo muy fino a la hora de meter pases por los pasillos interiores y para girar el juego. Cuando el brasileño está bien, repercute en el rendimiento de los que le rodean, incluso los centrales se pueden mostrar muy decididos a defender hacia delante, abandonando su posición, porque saben que está Casemiro para ocupar su lugar. Estamos ya en el momento clave del curso.