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Todos estamos expectantes como si fuese una final anticipada. El partidazo de San Mamés apetece a todos. A los aficionados y a los jugadores. Nadie quiere perdérselo. Y en ese último apartado entra Karim Benzema. El MVP del Madrid de Ancelotti, que arrastra una lesión muscular desde la tarde aciaga con el Elche que le tiene entre algodones, hará mañana una prueba definitiva para ver si llega a tiempo para la batalla del Botxo. El francés quiere jugar, lógico. Ir a Bilbao, a un estadio maravilloso que le dedicó una emocionante ovación tras su exhibición liguera allí el 22 de diciembre, algo especial para él. Además, el francés comparte con Ancelotti la ambición por ganar esta temporada todos los títulos en juego. Y esta Copa se le ha puesto al Madrid a tiro... siempre que elimine primero este jueves a ese reactivado equipo de Marcelino y de los hermanos Williams que es un hueso en la Catedral.

El problema es que se asumen muchos riesgos colaterales. Si Benzema juega, lo hará forzando. Él no sabe especular cuando está en el terreno de juego. Querrá ganar y volver a marcar al Athletic, una de sus víctimas favoritas. Pero el riesgo de rotura está ahí. Y todos sabemos la exigencia física de un partido como este, donde los leones aprietan en el terreno de juego y fuera de él. Un partido sin escondites. Benzema quiere ganar y pasar a semifinales. Lógico. Pero a solo dos semanas de la 'final' de París ante el PSG el riesgo que se corre es mayúsculo. Un Madrid en el Parque de los Príncipes sin Benzema es menos Madrid. Karim, siempre a tu lado. Pero, por favor, piénsatelo.