Desórdenes en el fin de la degradación
Riesgo. No es fácil perder en la vida. El discurso de Mateu Alemany el jueves, intentando explicar por qué Dembélé no viajaba a Bilbao, y metiendo además a su entrenador en el ajo, fue la confirmación de su derrota en la negociación. El proceso de renovación del francés ha engullido a Alemany, que llegó precedido de buena fama a Barcelona, pero que ha llevado de forma muy discutible los casos de llaix y Dembélé, con un punto final autoritario que no ayuda nada a la imagen del club. Xavi, además, le desautorizó en la sala de prensa de San Mamés y recordó que la decisión no era suya, sino de club. El plan urdido por Alemany y el CEO, Ferran Reverter, pasaba por renovar a la baja a Dembélé y venderlo en verano. Ousmane se olió la jugada con el fichaje de Ferran (“mi posición preferida es extremo derecho”). A ningún jugador le gusta sentirse mercancía, y así se ha llegado a este impacto de trenes. Alemany se juega mucho en la resolución de este asunto que, además, pone en riesgo el futuro deportivo del Barça. Dembélé está lejos de ser un futbolista fiable, pero es más determinante a leguas que Abde y Jutglà, sin cuajo y con un nivel por determinar. Hay muchos millones en juego con la clasificación para la Champions y el Barça no está para hacerse el fuerte ni con Dembélé.
Días difíciles. Dijo Xavi que, por imagen, el Barça no se podía permitir dejar a Dembélé en la grada y, de momento, esa es la situación. Había anunciado Laporta en su discurso de Año Nuevo el fin de la “degradación” deportiva pero, más importante que esa, es la ética. El caso Dembélé, y los insultos del presidente a Munuera Montero en el palco de San Mamés, en una imagen impropia para un dirigente del Barça, no resultan ejemplares. Son desórdenes en un proceso de reconstrucción que no ha dado los pasos que se esperaban en los últimos meses. Xavi se ha despedido de tres competiciones desde que llegó y su discurso en la sala de prensa resulta en ocasiones simplón. Ayer dijo: “El Athletic nos ganó por intensidad, no por fútbol”. Pero resulta que los de Marcelino remataron 19 veces a portería. El Barça, siete. El efecto, algo pirotécnico, de sus buenos minutos contra el Madrid en Riad, ha desaparecido y, para colmo, se ha encontrado con el mazazo de Ansu, el nuevo 10 del Barça que empieza a acumular lesiones en una peligrosa secuencia que, en parte, y como bien explicaba Ramon Besa en la SER, recuerda los duros inicios de Messi. Hoy el Barça, seguramente sin Dembélé, se planta en Vitoria casi como quien echa una moneda al aire. Tiempos duros.