La mejor salida para Marcelo
Cada vez que me encuentro cara a cara con un anciano, me quiebro. El daño es incluso mayor si voy caminando unos pasos detrás de los suyos. En ese caso, me derrumbo. Con la cuarentena soplando en la nuca (no el aislamiento sino la edad) me duele la vejez porque es lo que seré y ese no poder ser en plenitud me hace un nudo en la garganta. Ser a medias es ver jugar a los demás sentado en la acera, con la cabeza entre las rodillas. Por eso, me emociono cuando alguien a quien hace años no veo me encuentra más joven, como si yo estuviera ganando un pulso que ya tiene vencedor de antemano. Por eso, me emocionó el jueves Marcelo.
“Puedo contar con Marcelo”, dijo Ancelotti al acabar el partido. Este pequeño triunfo es mérito del jugador, que asume sin estridencias, con el brazalete en el brazo, su nuevo rol en el equipo y apura sus últimos meses con una profesionalidad intachable. Y es mérito también del entrenador. No solo por ser claro a la hora de dar su mensaje a cada jugador. También por gestionar su capital humano con la maestría que da la experiencia. Un mal gesto lo cauteriza con la normalidad. Gracias a su forma de ver el fútbol, el vestuario y la vida, pudo salir con una sonrisa de Elche. Porque pidió ayuda a dos proscritos, Isco y Hazard, y estos le respondieron con un guiño y dos goles. También resultó clave la entrada de Ceballos, otro con planta de actor principal que, por exigencias del guion, se está ganando la vida en el Madrid como secundario. Con otro técnico, que hubiera aplicado una terapia más de choque con el fin de hacerlos despertar, tal vez se habrían perdido definitivamente para la causa. Pero en Elche, los tres rescataron al equipo y pusieron un pie en el tren justo ahora que el calendario comienza a ser enemigo. Su rehabilitación, y la de Marcelo (la sanción de tres partidos que le ha puesto Competición tras su más que discutible expulsión le cambia el paso ahora en la Copa, donde ya sólo podría estar en una hipotética final), es necesaria para que Ancelotti no baje la ceja y empiece a recuperar ese fondo de armario imprescindible para salir triunfante de todas las citas. Las victorias rejuvenecen a cualquiera.