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Cuarta final en dos temporadas, paso a un campeón

Es pura rutina. Octavo triunfo en una semifinal para el Athletic en 13 años en tres torneos. Lleva nueve finales este tiempo, porque en la Supercopa de 2015 no había cuatro equipo sino solo dos. No ha perdido ni una semi desde que en 2005 cedió en los penaltis ante el Betis en Copa. Lleva cuatro finales en dos temporadas, en el año que va de enero de 2021 al mismo mes de 2022, entre el torneo del KO y la Supercopa. Ese currículo seguro que impone respeto para el domingo en los pensamientos bajo el manto blanco que corona la cabeza de Ancelotti. El supercampeón se niega a entregar su corona. Ayer cuando lo fácil era claudicar tras la desgracia del 1-0, en el que De Marcos estuvo muy blando en la porfía aérea, sacó su espíritu indomable. Salió Nico Williams y revolucionó el cotarro como sabe ante un rácano Atlético. La media hora final fue espectacular. Su madre lloraba en la grada al comprobar que sus chicos se abrazaban en una noche redonda. Luego está la fiesta de Yeray, autor su segundo tanto como león. Y el alivio por volver a ver a Yuri en un campo nueve meses después. Ya queda una cita menos para que suene la trompeta de Villalibre.

Apoteósico final de un equipo que es tan competitivo como el Madrid en estas citas. Hasta las finales, porque ahí en el formato copero, se le nubla la vista. Toca espantar todos los fantasmas de las citas de abril en La Cartuja, recordar lo que pasó hace justo un año en ese mismo recinto. El resultado, con estrategia como motor de la reacción, tapa un partido aburrido, nada que ver con el Clásico. Era como un bocata de cemento. Hasta que Nico activó el botón de divertimento.