El asalto al poder de la Generación Z
Max Verstappen y Daniil Medvedev lograron este año parar el rodillo en sus respectivos deportes. El holandés frenó a Lewis Hamilton en el Mundial de Fórmula 1 cuando iba disparado hacia su octavo título, el que le servía para desempatar con Michael Schumacher. El ruso tumbó a Novak Djokovic en el US Open y le impidió sumar su 21º Grand Slam, que le valía para romper la igualada con Rafa Nadal y Roger Federer en la cima del tenis. Hamilton y Djokovic no están acabados por estas derrotas, ni mucho menos. Ambos han batido récords cósmicos en la presente campaña: el inglés superó el centenar de victorias, nadie lo había hecho antes, y el serbio acaba por séptimo curso como número uno, una marca también inédita. Son treintañeros que mantienen su fortaleza, pero ya han recibido dos claros avisos de que hay una generación por detrás sin complejos decidida a asaltar el poder… Esa que llaman la Generación Z. Ambos encarnan dos buenos ejemplos de lo que ha acontecido en dos grandes disciplinas, pero sucede en muchas. La tónica es general.
En MotoGP, por citar más casos, Fabio Quartararo ha quebrado una racha de nueve años con triunfos españoles. En fútbol, Mbappé y Haaland llaman a la puerta de Messi y Cristiano, mientras acá crecen Pedri y Gavi. En golf, Jon Rahm y Colin Morikawa sacan músculo ante los veteranos. En atletismo, Karsten Warholm y Yulimar Rojas logran registros galácticos. En ciclismo, Tadej Pogacar ya anticipó en 2020 su abordaje al imperio del Sky. Incluso en el palmarés olímpico, sin salir de España, han surgido nuevos fenómenos como Alberto Ginés, Adriana Cerezo y Joan Cardona. Es un puñado de ejemplos, pero hay muchos más. Los viejos rockeros se resisten a ceder sus coronas, con carreras cada vez más longevas, pero la juventud viene pegando fuerte. Y no va a dar un paso atrás.