San Mamés despidió en pie a Benzema

Se ha quedado sin Balón de Oro, pero ayer tuvo la satisfacción moral de marcharse de San Mamés, La Catedral, entre una gran ovación. Sus dos goles rápidos (el primero extraordinario) habían batido al Athletic, pero el viejo instinto deportivo de la afición athlética supo aparcar el disgusto y premió al francés con un aplauso cerrado, en cierto modo un aplauso al gran espectáculo que se había disfrutado. Un alarde de valentía atacante en el primer tiempo; un alarde de resistencia a la fatiga en el segundo. Siempre un partido tenso, con detalles bellos y del que el Athletic se fue quizá, como del Bernabéu, con algo menos de lo que hubiera merecido.

En el Madrid faltaban once, en el Athletic ocho. La pandemia y la fatiga muscular condicionaron las alineaciones pero no menoscabaron la categoría del encuentro, que nos tuvo en vilo hasta el final, cuando en un lado del campo los hermanos Williams provocaban el pánico en el área del Madrid y en la otra Julen Agirrezabala salvaba situaciones de gol en las peligrosísimas escapadas que el Madrid conseguía organizar de cuando en cuando. Al final los dos goles de Benzema pesaron sobre todo lo que ocurrió después y colocan al Madrid más disparado en cabeza de lo que estaba, con una salida difícil de la segunda vuelta ya en la buchaca.

Con el empate del Sevilla ante el Barça, ya era seguro que el Madrid terminaría la primera vuelta como líder. Ahora tiene más ahorros todavía. El único perseguidor a distancia razonable es el Sevilla. Cuesta imaginar un vuelco en este campeonato, y más comprobado lo lejos que están los dos rivales tradicionales, el Barça, que se reconstruye poco a poco, y el Atlético, en un largo bache. Simeone cumple sus diez temporadas con cuatro derrotas seguidas, lo nunca visto. Nada que espante, su autoridad sigue indiscutible, pero el equipo defiende mal, es innegable. Y, por decirlo todo, en los dos últimos partidos no ha tenido suerte con el VAR.