El Baby-Barça mejora pero no le alcanza

Llovió de lo lindo en Sevilla. Bueno para el campo y para los pantanos, y no tan malo para el fútbol porque los campos de hoy son otros. Carlos Martínez recordó al principio de la transmisión que los dos únicos partidos suspendidos por lluvia en sus años de Canal+ más Movistar los ha vivido en Sevilla. Pero el Sánchez Pizjuán tiene ahora un drenaje formidable, un símbolo más del progreso de LaLiga. A pesar de tanta agua, se pudo ver fútbol, con los dos equipos entregados a la lucha hasta su límite de agotamiento. Un partido bravo, duro, rozando lo bronco a veces. Tuvo todo el aire de un viejo partido inglés trasladado en el espacio y el tiempo.

Un partido adulto, en definitiva, buena prueba para los chavales de Xavi. Esta vez quedó fuera Nico y sólo salieron Gavi, Jutglà y Abde. El Barça cogió el balón y el control, con sus extremos abiertos y su presión alta, pero sin remate. No encontraban a Jutglà y sin embargo, mediada la primera parte, quien sí marcó fue el Sevilla por medio del Papu, en un córner de laboratorio. El Barça alcanzaría el empate al borde del descanso también de córner, este clásico: balón alto entre el punto de penalti y el área chica para el salto imperial de Araújo, con cabezazo impecable. Esta ha sido feliz jornada de córners, no de gilicórners.

El segundo tiempo estuvo marcado por la expulsión de Koundé, que perdió la cabeza y agredió con el balón a Jordi Alba. Durante un rato el partido se embarulló, consecuencia de los nervios que crea una jugada así, y en esos líos perdió el Barça un cuarto de hora provechoso. Cuando bajó la excitación y se entregó a jugar, rozó la victoria, con un cabezazo claro de Gavi y un tiro de Dembélé al palo. El empate final dio la sensación de conformar más al Sevilla, que se ve sólido arriba aunque vaya perdiendo la estela del Madrid, que al Barça, que jugó un buen rato contra diez y necesita dramáticamente puntuar de tres en tres. Mejora, pero avanza despacio.