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Del sorpasso al sopapo

El Valencia se impuso en un derbi que ojalá se repita por mucho tiempo, en el que lo peor fueron los cánticos de “¡A Segunda, oé!” que se escucharon en la grada que estaba más poblada de aficionados blanquinegros, que en verdad los hubo repartidos por todo el estadio. También estuvo de más ese gesto innecesario de Racic hacia el público cuando fue sustituido y su calentón final. Pero hasta esa cantinela de la parroquia blanquinegra rezuma rivalidad, pasión, derbi.

Valencia, la ciudad, se merece un duelo así en Primera y ahora eso ya solo depende del Levante, un club que se metió en el pozo en el que habita quizás por perder su cúpula la perspectiva, por no controlar la euforia cuando las cosas le fueron bien y por hacer desde dentro, empezando por planificación deportiva, más grande un hoyo que empezó siendo solo de resultados y que ahora hace temblar los cimientos de un proyecto que estaba bien parido y prueba es su estadio.

Hace unos meses, apenas nueve, por Orriols se hablaba de sorpasso, se aspiraba a quedar por primera vez en su centenaria historia por delante del Valencia en Liga. Por su fútbol y su gestión, entonces, lo merecían. Pero aquello quedó en el pasado, en el olvido, y del sorpasso se ha pasado al sopapo, que es lo que le dio el Valencia anoche tras remontarle los goles iniciales de Campaña y Roger.

El Valencia se llevó la victoria en gran medida gracias a Cillessen, Guedes y Carlos Soler. El neerlandés lleva semanas demostrando que es un portero top y sus paradas están dando tantos puntos como los goles de sus compañeros. El Valencia lleva cuatro victorias seguidas y se sitúa a dos puntos de la Champions. Eso quiere decir que si le gana al Espanyol el próximo 31 de diciembre, Bordalás y sus pupilos se tomarán las uvas en zona Champions. Y mucha culpa de ello la tiene Carlos Soler, un jugador que tira del carro a las duras y a las maduras.