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Manera juvenil de salvar un jarrón

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Los juveniles del Barça, empotrados con esperanza, y con éxito, en las líneas atacantes azulgrana, necesitaron refuerzo para salvar el jarrón que habían fabricado, con delicadeza y astucia, el recién llegado Ferrán Jutglà y el heredero directo de Messi, Gavi, cuyo gol parecía inspirado por el maestro que ahora aprende francés pero que en Barcelona enseñó, para grandes y chicos, de qué genio va este juego.

Aquellos dos goles que parecían también herederos del entusiasmo que compartía el graderío hallaron una réplica del equipo que tanto amó su paisano, Vicente Verdú, inolvidable poeta, pintor y escritor, de fútbol y de la vida. El aliento del equipo que ahora dirige un entrenador con nombre de papa generó dos ocasiones y fueron dos goles, que fueron como si Dios viniera a ver al Elche. Resquebrajado el jarrón, el Barça navegó a la deriva como si lo hubiera mirado el dios de la nada, que le persigue ahora como nieblas de volcán (escribo en La Palma, donde se extingue el maleficio de la lava, parece).

Ni el aliento infinito, desacertado tantas veces, además, de Dembélé logró desequilibrar a los de Francisco, y tuvo que venir, para arreglar el desperfecto, otro puntal del futuro, Nico, cuyo nombre juvenil está compensado con el poderío, y acierto, de su chut. Debo decir que respiré sólo en el minuto 96, porque dormirse ahora en los laureles no está ni al alcance de los aficionados.