La larga noche triste de Alejo Stivel
El 24 de noviembre cerró Tequila su larga vida cantando; a la guitarra, Ariel Roth, y ante el micrófono de sus noches interminables, Alejo Stivel. Eran en 1976 dos adolescentes empujados al exilio por la muy cruel dictadura argentina, y llegaron en barco a España. Para olvidar la terrible travesía, heridas las ilusiones de sus padres o de sus amigos, crearon Tequila cuando aún eran escolares. Poco después de una semana la otra gran pasión de Alejo, el Barça, se apagó en Múnich como se acaban las canciones y como prospera la melancolía.
Antes del partido Alejo me mandó un mensaje. No vería el partido. Al cabo de un rato maniobró de nuevo su móvil y admitió que sufría como nunca una nueva derrota que ponía a su equipo de la niñez en la diana del ridículo internacional. Me permití decirle que yo siempre sería del Barça, igual que él lo será, porque no hemos sido educados para abandonar aquello que tanto nos dio de vivir alegres.
Cuando ya nada se podía esperar, el cofundador de Tequila, del alma del Barcelona, me escribió estas líneas: “Soy del Barça desde que llegué a España hace 45 años. Y soy más del Barça que de Racing, mi club de la infancia. Pasé once años sin Liga, ¡alentando! Pero sufro mucho. Así que voy a esperar hasta la temporada que viene a que se rehaga el equipo sin hacerme sangre”.
Visca Alejo, visca el Barça, y viva Tequila.