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La estrella del ascenso directo se desvanece en Huesca

Casi a la misma velocidad que la ciudad se ha iluminado con incandescente brillo tras el encendido de las luces de la Navidad, parece desvanecerse la estrella del ascenso directo para el Real Valladolid. Aún con dos jornadas por jugarse para cerrar la primera vuelta del campeonato, los números y las sensaciones no invitan al optimismo. No hay más que mirar la clasificación para entender que estamos casi más cerca de caer de los puestos de playoff, que del segundo puesto. Las seis derrotas que acumula en su mochila el equipo de Pacheta pesan como una losa, y quizás más por cómo se han producido estas que por el hecho de perder en sí.

El Real Valladolid no es un equipo fiable, y es capaz en solo siete días de jugar un gran partido ante el Cartagena, a patinar con estrépito en Huesca. Incluso, en un mismo partido es capaz de mostrar esas dos caras, como si del Doctor Jekyll y Mister Hyde se tratara. Y así, con esta irregularidad, es muy difícil pensar en el ascenso por la vía rápida. Según Pacheta, el equipo está todavía en ese proceso de encontrarse, está en el camino de ser más virtuoso en los momentos clave, y cada vez más cerca del ajuste definitivo. Pero la realidad es que los partidos se suceden y el Pucela avanza a trompicones.

Defensivamente el equipo tiene carencias, Javi Sánchez no está rindiendo al nivel que de un central de su categoría se espera, no sé si es algo psicológico o físico, pero está lejos de lo que necesita el Real Valladolid, y que remarcó el entrenador tras la derrota en el Alcoraz, contundencia.

Por otro lado, tampoco se entiende mucho la suplencia de Toni. Fue de los mejores ante el Cartagena, desatascó al equipo en Copa provocando el penalti que nos salvó de una prórroga en Marchamalo, y todo eso para luego ante el Huesca solo disponer de minutos residuales. Igual que el equipo tiene que ajustarse, creo que también debe hacerlo el entrenador. Kike Pérez ya ha dicho que se siente más cómodo jugando por el centro que por la banda, y... ¿por qué no darle el domingo la oportunidad ante la ausencia de Roque Mesa?. Aunque tengo la sensación de que Pacheta apostará por Alcaraz.

Sea cual sea la apuesta del míster más nos vale ganar, porque una derrota ante el Oviedo nos condena. Solo sumando victorias, una detrás de otra nos ayudará a subir nuestro tono lumínico, y como las guirnaldas de las luces de la navidad que poco a poco van ganando en intensidad, de esa manera, la estrella del ascenso directo podrá volver a brillar hasta deslumbrar.