El Sevilla falló en lo más básico

Para ganar en el Bernabéu tienes que tener una noche perfecta de tu portero y de tu delantero centro, que te piten los penaltis que son (a favor) y que los pulmones y la cabeza funcionen durante los últimos minutos. Ninguna de las tres condiciones las cumplió el Sevilla, empezando por error gigantesco de Bono en el empate del Real Madrid y terminando por unos últimos minutos aculado, de mucho miedo, que acabaron por dejarle sin un punto al menos. Es la primera vez, por cierto, que al equipo de Lopetegui le meten un gol en un último cuarto de hora durante esta Liga, dato que por sí solo describe lo mal que gestionaron los sevillistas la recta final.

Trece partidos seguidos lleva perdidos ya el Sevilla en el coliseo de La Castellana, porque el 2-2 del año pasado lo consiguió en Valdebebas. Racha tremenda, impropia para una entidad que ha crecido como casi ninguna otra en Europa durante los últimos lustros, pero que necesita mejores resultados en escenarios grandes como el de Chamartín si quiere dar un salto definitivo. Poco importará la clara pena máxima sobre Ocampos que se tragaron Sánchez Martínez y el VAR (¿para qué sirve el VAR?), ni la magnífica imagen que el equipo de Nervión dio durante más de 60 minutos; tampoco ese arreón de orgullo final en el que casi vuelve a igualar el marcador el Sevilla. Las sensaciones no dan de comer.