La nueva Davis de Piqué

La Davis de Piqué, así bautizada en sus orígenes, da otra vuelta de tuerca desde este jueves hasta el próximo 5 de diciembre. Dos años después de su estreno en Madrid, donde se concentraron por primera vez las Finales en un formato revolucionario que rompió con las tradicionales eliminatorias, y tras una edición en blanco en su palmarés por culpa de la pandemia, el gran torneo de tenis por selecciones vuelve a escena con varios ajustes correctores sobre el modelo inicial. La sede única se ha ampliado a tres sedes, con Innsbruck y Turín junto a la capital española. Los días también han crecido, de siete a once, para evitar las agónicas trasnochadas de entonces. El Madrid Arena sustituye a la Caja Mágica, en una de esas decisiones de difícil comprensión, en una ciudad que dispone de unas instalaciones específicas para el tenis. Incluso ha habido relevos en el organigrama de Kosmos, la empresa organizadora, con Enric Rojas al frente de la gestión ejecutiva y con Fernando Verdasco, eventualmente, en sustitución de Albert Costa en la parte deportiva. La Copa Davis busca su ideal.

Abajo, en las pistas, el dibujo sigue siendo más o menos el mismo. Los dos primeros del mundo, Novak Djokovic y Daniil Medvedev, lucharán por la Ensaladera junto a otras relevantes raquetas: Andrei Rublev, Jannik Sinner, Cameron Norrie… Aunque luego hay otros ilustres como Alexander Zverev que aún reniegan de la competición. España, que defiende su corona de 2019, también exhibe un cambio sustancial: Carlos Alcaraz, a sus 18 años, ha entrado en la vacante que deja Rafa Nadal, artífice de aquel éxito con victorias en todos sus partidos. No son todavía comparables, aunque soñamos con ello para el futuro. A última hora también se ha caído Roberto Bautista, por problemas físicos. Los de Sergi Bruguera no son tan favoritos como entonces, y para colmo juegan en el grupo de la imponente Rusia, pero la Davis es la Davis. También en formato Piqué.