El Madrid necesita un Bernabéu sin lonas

Quizá se trate de levantar las lonas que cubren las tribunas bajas, a la espera de que acaben las obras de remodelación y el estadio recupere todo su aforo, pero el Santiago Bernabéu parece que no intimida como antes. Se encuentra en la estación posterior a Valdebebas y anterior al campo que está a punto de concluirse. Aunque se aprecia el ambiente, todavía persiste la sensación de provisionalidad que acompañó al Real Madrid en el traslado a su ciudad deportiva durante la pandemia. Algo ocurre para que se le amontonen las dificultades en Chamartín: empate con el Villarreal, derrota con el Sheriff de Transnistria y nuevo empate, esta vez con Osasuna.

No es una secuencia lógica en el Madrid, que venía de destrozar al Shakhtar y vencer al Barça sin grandes esfuerzos. Los dos últimos partidos señalaban a un equipo definitivamente instalado en el carril, a salvo de agitaciones. Velocidad de crucero, suele llamarse a esa figura en el fútbol. No termina de conseguirla.

Con el Barça devorado por una crisis que no cesa, el Madrid encuentra rivales donde no se esperan. Sevilla y Real Sociedad se han añadido al Atlético de Madrid como competencia, quién sabe si inicial o de largo recorrido, del equipo de Ancelotti. Un dato a favor del Madrid es la ausencia de tensiones. Salvo en un par de momentos, no deslumbra y hasta se complica la vida, sin que se detecten señales de alarma o críticas generalizadas. No ha ocurrido así en algunas ocasiones anteriores, cuando el club entraba con rapidez en fases dramáticas que solían terminar con el despido del entrenador de turno.

La muralla defensiva de Osasuna dificulta un remate del Madrid en el área rojilla, por el que pugnaban Casemiro, Militao y Benzema.

El deterioro de Bale y Hazard ha coincidido con la irrupción de Vinicius y algunos momentos prometedores de Rodrygo. Lo que antes se anunciaba como un debate (dos jugadores fichados por una suma superior a 200 millones de euros frente a dos jóvenes que no acababan de confirmar su potencial) se ha visto superado por la realidad de los hechos. Raro es el aficionado del Madrid que no deposite más confianza en estos dos chicos brasileños que en las dos estrellas que no funcionan.

En la media. Eliminada la posibilidad de polémica con los delanteros, se acepta que los márgenes de Ancelotti son estrechos. La alineación titular está en la cabeza de cualquier seguidor, satisfecho con el rendimiento de Alaba, confiado en la recuperación de Carvajal y pendiente de la salud de Modric, Casemiro y Kroos. Han logrado instalarse entre las grandes líneas medias del Real Madrid. Se les tiene la confianza que no alcanzan sus sucesores. Fede Valverde y Camavinga están a prueba en el juicio de los aficionados.

No hay polémicas en los corrillos, ni clamor en el estadio. Al equipo le queda un poco lejos su gente, físicamente ubicada en los tendidos medios y altos del Bernabéu. Osasuna no se sintió especialmente apremiado, a pesar de la insistente presencia del Madrid alrededor del área navarra. Insistencia sin claridad, con tanta espesura que finalmente llovieron centros a mansalva, desactivados una y otra por los centrales. Uno de ellos, David García, lleva años demostrando su categoría en el juego aéreo. No tiene el crédito que merece.

Al Madrid de Ancelotti le faltó Modric para encontrar las rendijas que el croata encuentra con una facilidad inaudita. Más que jugar, a Camavinga le dio por atropellar. El problema con Modric es que no es un chicle. Es evidente su riesgo de lesiones por fatiga muscular. Sin ideas, el Madrid se acogió a la tutela de Vinicius y de Benzema en el segundo tiempo, esta vez sin resultados. En el horizonte asomó por fin Marcelo. Ingresó demasiado tarde. Era la clase de partido que le sienta como un guante al lateral brasileño.