Vinicius o nada
El retorno a la realidad, que no es el Clásico, dejó al Madrid contrariado. No sucedió nada que sorprendiera, pero sí que da para la reflexión. Se quedó muy corto a nivel ofensivo, con pocas ideas, incapaz de desordenar el excelente plan de Arrasate para volver a confirmar sus estrecheces en los ataques posicionales. Osasuna repitió el dibujo con cinco atrás de la visita al Villarreal, se juntó en poquísimos metros e impidió que el Madrid encontrara líneas de pases por dentro. No fue ese equipo agresivo y valiente en la presión, sabedor de las carencias blancas en la creación ante rivales cerrados. Arrasate controló los detalles tácticos del partido, como Unai y David García hicieron suya el área con una contundencia y seriedad a las que no se les puede poner un pero. Ante ese campo de minas, el Madrid se dio una y otra vez contra una pared.
Solo el óptimo estado de confianza de Vinicius aclaró algo los ataques blancos. Por la izquierda (casi el 57% de jugadas fueron por ese perfil) lo buscó el Madrid. Desde su desborde, fijando en ocasiones hasta a tres defensores rojillos, Vinicius hundió a la zaga rival y provocó algunos desajustes que salieron a la luz, principalmente, con la entrada final de Marcelo. El lateral brasileño dobló con sentido tanto por dentro como por fuera a su compatriota y halló los huecos, pero se entretuvo o erró en la finalización. En la otra banda, el Madrid estuvo cojo, sin que la entrada de Rodrygo en el descanso reportara esta vez algún tipo de rédito. No hubo manera para el equipo de Ancelotti, pesaroso en la circulación y chocando una y otra vez con Unai y David García. La avalancha y la insistencia no le sirvieron de nada. En el día a día se crece y se ganan las Ligas, pero el Madrid rehúye la regularidad. Es una cuestión que no se puede dejar pasar.
El embudo
Cuatro jugadores del Madrid en el área, nadie en derecha y tentativa de pase vacía de Camavinga. Es una muestra del atasco blanco ante la organización rojilla. No progresó nunca bien ni por dentro ni por fuera.