Hermano menor
Ladino como siempre, el Madrid despachó el partido como hacen los hermanos mayores con los pequeños cuando quieren pelearse: los dejan pegar primero y los mandan al rincón con un "no lo haces mal para tu edad". Cruel, le puso un espejo delante al Barça y lo castigó con sus propias palabras, nada más dañino: esto es lo que hay. Será la frase más recordada del Barça del siglo XXI tras la de Gaspart mencionando el IVA de la cláusula de Figo.
Los culés sabemos que el deshielo será largo, la primavera siempre tarda en regresar y apenas estamos comenzando el otoño. Messi tapaba tantos defectos en el club y en el campo que sin él la desnudez lucirá todo el año sin que la lona de Laporta la logre ocultar. El plan de partido de Koeman, que revela definitivamente su insuficiencia táctica, era colocar a los dos centrocampistas más exuberantes, De Jong y Gavi, a perseguir a los interiores del Madrid. Lo demuestra la entrada de Sergi Roberto en el 77' para hacer lo mismo que el holandés: pegarse a Modric. El Barça no había comenzado mal, pero la ocasión fallada por Dest reflejó el estado de la autoestima blaugrana: o el viento está a favor o no se consigue avanzar ni remando. El equipo lo intenta, se esfuerza, pero es transparente. El Madrid colocó sin demasiado esfuerzo el partido donde quería, agarrado a un Vinicius estelar que comienza a reírse de nuestras risas.
Le falta al Barça ser valiente y propositivo, hacer valer sus virtudes. Vive agarrado al miedo de que pase lo que ya ha pasado: todo se perdió. Cuando un jugador hace algo bien, otro lo deshace; lo que se apunta queda en borrón, se mejora un partido para renunciar en el siguiente. No consigue superar sus carencias ni intenta esconderlas, demostrando una candidez que debilita. Contra los supuestos rivales naturales sale a pecho descubierto y se lo hunden. Al equipo le va a costar tanto volver que parece que prefiere no intentarlo, como si al ver un león lo invitara a comer en lugar de, al menos, fingir ser indigesto.