Alaba y Vinicius son la diferencia
En un Clásico de mínimos, todo hay que decirlo, se impuso el talento. El de Alaba y Vinicius, cada uno en lo suyo y en lo del otro, para guiar al Madrid hacia el triunfo ante un Barcelona al que le cuesta reconocerse a sí mismo. No es que el equipo de Ancelotti fuera mejor, ni tampoco que pretendiera serlo. Sabía que le bastaba con acertar en las transiciones y esperar su momento para tumbar a un rival que al primer golpe suele caerse. Es este un problema estructural del Barcelona, no tan inferior como se persigue hacer creer, pero con limitada capacidad de reacción ante cualquier contratiempo.
Se equivocó Koeman con las posiciones de Memphis y Ansu. Se intercambiaron muchas veces, aunque la teoría indicaba que era preferible dejar a Ansu en la banda para encarar a Lucas Vázquez. También recató las subidas de Jordi Alba hasta que el Madrid marcó. Sí estuvo preciso en la entrada de Coutinho en el descanso. El brasileño, con el permiso de Busquets y Eric García hasta la indolencia del 0-2, resultó ser el jugador más afinado del Barça. Entre líneas, a los costados de Casemiro, se comportó con inteligencia e hiló el juego. Lo que nunca hicieron De Jong y Memphis. El primero persiste en su irrelevancia; el segundo es más efectista que efectivo. Quizá el Barça no mereciera perder, quizá pudo haber empatado de no ser por la gran jurisdicción del área de Militao y Alaba. Sin embargo, el quizá en el fútbol es solo eso. La verdad hoy es que el Madrid, sin ser nada del otro mundo, está un paso por delante. Y la verdad también es que el Clásico va a ser difícil que vuelva a ser lo que era.
Simplificar la salida
El Barça se sitúa con la línea adelantada y Alaba tiene tiempo y espacio para buscar la amenaza de Vinicius al espacio. El desmarque de ruptura del brasileño a la espalda de Mingueza lo hace todo más sencillo.