Tú también podías ser Navarro
Si las imágenes definen a los jugadores para siempre, las de Juan Carlos Navarro son sus saltos en Kaunas en la semifinal del Eurobasket de 2011 contra Macedonia. Seguramente, aquellos días fueron los más felices que pasó en una cancha de baloncesto. Sus 29,3 puntos de media en los tres últimos partidos del torneo redondearon un MVP que fue un reconocimiento a sus años de dedicación a una Selección que tenía un líder indiscutible, Pau Gasol, pero que tenía en Navarro a su punto de conexión más cercano con la gente.
En Pau Gasol y su capacidad para hacer cosas asombrosas con 2,16 metros, todos reconocieron un extraterrestre desde el primer momento. Navarro, sin embargo, representaba el baloncesto de la calle. Un jugador aparentemente frágil, con un estilo heterodoxo, un transgresor alejado de laboratorios en su manera integral de entender la profesión. En tus sueños, tú no podías ser Gasol, pero sí Navarro. Eso generaba unos vínculos tremendos. Navarro, el líder del Barça, levantando al viejo Palacio de Deportes en Goya en la semifinal del Eurobasket 2007 contra Grecia. Su puño en alto guiando al pueblo.
Pero Navarro no ingresa sólo en el Hall of Fame por su talento único para jugar al baloncesto. También por su manera para conducir vestuarios y ejercer la capitanía. Sus bombas y su respeto a los códigos son su mejor legado. Ojalá Lucía y Elsa alarguen la saga.