El espíritu de Karius y el Shakhtar

Ocho brasileños en el once, tres más en el banquillo, un técnico al que le gusta el tiqui-taca y un Madrid que no defiende bien. Para el Shakhtar el partido era una invitación al optimismo, una oportunidad de darse un homenaje como los de la temporada pasada. Pero esta vez se pasó de frenada. Los equipos que viven únicamente de la inspiración son puerta grande o enfermería. Si tienen su día, como se ha visto también en la Champions, cuidado; pero si no están finos, son más bizcochones que ninguno... Por eso el Madrid goleó en Ucrania y quizá sufra en el Bernabéu. Así es este Shakhtar. No tiene término medio.

El plan de De Cerbi duró con pinzas hasta que Kryvtsov marcó en su propia puerta. El desencanto amargo del central por el mal despeje fue el augurio de la tormenta que vendría luego. Todo se produjo con Benzema presionando y en la misma portería en la que el hechizo de Karim desnortó también a Karius en la final de la Champions ante el Liverpool en Kiev. Como si las hadas del estadio olímpico ejercieran su influjo, el Shakhtar se vino abajo igual que aquel día el conjunto red. La samba brasileña se convirtió en indolencia, las gotas de calidad de Solomon o Tete se fueron al banquillo y el equipo minero se llevó un saco de goles que refleja su paradoja. Cualquiera le mete cinco y a cualquiera puede ganarle. No esta vez al Madrid, desde luego.