Sobre el gol en fuera de juego de Mbappé

“Con este carajal de cambios normativos y sus diferentes interpretaciones, sazonado todo de protocolos de VAR, nadie sabe ya lo que es penalti o fuera de juego. Estoy hecho un lío”. Me manda este mensaje mi hermano, que me llevó de la mano a mis primeros partidos cuando la alineación del Madrid terminaba aún en Di Stéfano, Puskas y Gento. Entonces estaba claro: un jugador adelantado que intentaba intervenir incurría en falta, denunciada por el banderazo del linier. El que caía en esa posición sin pretenderlo se frenaba, quedándose hierático. Aun así podía incurrir en fuera de juego posicional, si por estar ahí tapaba la visión del portero.

Por el antiguo testamento, lo del domingo hubiera sido fuera de juego, denunciado por el banderazo del linier. Si éste no lo hubiera visto, nos habríamos tragado el gol, mala suerte. La diferencia es que hay unos conspiradores contra el fútbol que llevan años tratando de meter en una hoja Excel todas las posibles infracciones, cosa imposible. El viejo y buen Reglamento era el desarrollo de un par de ideas: se juega con el pie y existe el fuera de juego para que nadie se escaquee de la tarea colectiva. Lo demás era una ley natural de respeto a esas ideas, de lealtad al resto de reglas, evidentes y sencillas. Y un árbitro que se guiaba de su instinto para hacerlas respetar.

Tras varios rehueveos sufridos de un tiempo acá, la norma del fuera de juego puede avalar o no el gol de Mbappé. De lo que no hay duda es de que su concesión sacudió la entraña del hincha telúrico que todos llevamos dentro y la de jugadores de larguísimo recorrido. Y no se trata de opiniones partidarias: en Francia también es mayoritaria la idea de que un gol así es ilegal, por más que Eric Garcia roce el balón (no lo juega, no lo controla), impelido por la proximidad peligrosa de Mbappé. Pero igual que ya no sabemos qué es mano y qué no es (nos lo cambian cada año), ya ni mi hermano ni Busquets saben qué es fuera de juego. Continuará.