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Volvemos sin Copa, pero con Selección

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Benzema y Mbappé, dos delanteros extratipo, le dieron la vuelta en unos minutos a un partido que España tenía encaminado. Lástima. Hay que admitir que jugadores así no tenemos, por eso nos volvemos sin copa, pero a cambio regresamos con Selección. Después de tiempos de berrinches, volvemos a tener una selección que merece consenso y apoyo. Como lo merece Luis Enrique, por menos que no lo busque ni lo pida ni lo necesite. No es un personaje agradable, pero al menos podemos concederle que detrás de sus decisiones no había ánimo provocativo, sino un plan. Ese plan lo hemos visto sobre el campo mejor que nunca en estos dos partidos.

La final fue una cosa hasta el gol de Oyarzabal y otra después. Como ante Bélgica, Francia salió a esperar, según un sentido visiblemente mezquino del juego que tiene Deschamps, que maneja jugadores para hacer otra cosa. España manejaba el juego con elegancia y sin remate y Francia estaba amagada en busca de lanzar algún zarpazo con su tridente de arriba. Griezmann de media punta y Mbappé y Benzema muy arriba. Los nuestros estuvieron muy atentos y muy encima. En la primera parte no pasó nada de verdad relevante, salvo de nuevo la firmeza de Gavi, que le ganaba duelos al gigantón Pogba con una facilidad asombrosa.

Todo cambió con el gol de Oyarzabal cazando, en fallo de Upamecano, un pase largo de Sergio Busquets y resolviendo con un tiro cruzadísimo. Francia, espoleada, fue otra. Benzema empató muy rápido, colocando con control remoto un balón en la escuadra alejada y, ya metida en faena, Francia fue lo que debería ser siempre: una tormenta de juego de ataque. Así llegó el segundo, de Mbappé, en fuera de juego que no se tuvo en cuenta porque el sexador de pollos detectó que Eric Garcia había rozado el balón en su intento de despeje. Por el antiguo testamento eso no hubiera anulado el fuera de juego. Pero por el nuevo y cambiante testamento, sí.