Brahim brilla en una noche cruel

El fútbol sabe ser muy cruel. No pudo haber desenlace más cruel para un Milan que volvió a disfrutar de la Champions, su casa, y estuvo a la altura de la cita ante un San Siro maravilloso con un empuje sin pausas.

Hasta la roja a Kessié los rossoneri, sencillamente, dominaron el partido y lo hicieron también gracias a un Brahim descomunal. El malagueño tomó las riendas de los milanisti y entre pases al hueco, taconazos, sombreros y una gran asistencia fue, con diferencia, el mejor entre los suyos.

Jugar en inferioridad numérica, claramente, pasó factura para los de Pioli, cuya luz se apagó definitivamente cuando el español tuvo que abandonar el verde por molestias. Una pena.

La derrota, sobre todo con ese penalti en el descuento, fue injusta para un equipo que supo jugar bien y también sufrir cuando hizo falta. A saber cómo habría acabado el choque 11 contra 11, pero toca aguantarse: queremos a este deporte también por partidos como este. La noche no deja puntos al equipo rossonero, pero sí otra gran actuación y la certeza de que ese habilidoso chico malagueño se merece llevar el dorsal 10 del Milan. Y, quizás, no solo del Milan.