El Bernabéu es mágico
De vuelta a casa.- Me levanté inquieto. Llevaba 560 días sin verte y los nervios me devoraban. El Bernabéu no es un estadio más. Aquí he pasado el 90% de las mejores noches de mi vida, como le sucede a miles de madridistas. Contigo hemos reído, hemos gritado, hemos llorado, hemos sentido... Después de año y medio necesitábamos escuchar ese rugido de una grada que destroza a los rivales y empuja a los de blanco como si fuesen portaviones. A las seis de la tarde ya estaba por las inmediaciones del santuario de La Castellana. De nuevo los abrazos con la gente, llegada desde Venezuela, México, Japón, Bélgica (dos chavales volaron desde Charleroi solo para ver a Hazard), Brasil (varios fans de Vini me profetizaron que iba a ser el héroe de la velada) o cualquier rincón de nuestra piel de toro. Récord de selfies para rememorar el regreso al escenario más legendario de la historia del fútbol. Fuimos 20.000 privilegiados los que pudimos estar en un día tan especial, marcado por el recuerdo a los que se fueron para siempre, representados en ese merecido, sentido y emotivo homenaje a Lorenzo Sanz. Su mujer, Mari Luz, y sus hijos jamás olvidarán el calor recibido por el Bernabéu recordando a nuestro presidente de la Séptima y la Octava, al hombre que nos metió en la era en color. Y luego saltó el equipo de Ancelotti a este césped impecable traído de Plasencia (Extremadura, tierra de conquistadores). Nada podía salir mal. Pero el Celta es un equipo con individualidades y mucha calidad. Nadie dijo que esto iba a resultar fácil...
Cuesta arriba.- El 1-2 del descanso fue interpretado por los agoreros como el castigo a tanta fiesta preliminar por el regreso a Chamartín, la eterna guarida de nuestros sueños. Pues casi mejor. No hay gloria sin sufrimiento. Los nervios del retorno, personalizados en el 0-1 de Santi Mina, dieron pie a una actuación majestuosa y coral personificada en un jugador diferente y diferencial. Vinicius es el nuevo héroe del Bernabéu. No olvido que el último partido jugado aquí se disputó el 1 de marzo de 2020, con un 2-0 al Barça de Messi empaquetado con un gol del brasileño. 560 días después, el chaval realimentó su idilio con un estadio que lo ama desde su etapa con Solari en el banquillo. Con 18 años ya se echaba el equipo a la espalda. Soportó risas, chanzas y faltas de respeto por su mala puntería. Pero olvidaban lo más importante. El talento. Lo tiene por toneladas. Pocos en el mundo saben irse en el uno contra uno como él. Ahora, con Carletto, ha encontrado la serenidad de espíritu para definir como si estuviese en el jardín de su casa. Su gol al Celta fue una delicia. Y sus jugadas supersónicas valieron por una hipoteca. Cierto que en la celebración explosiva de su gol no debió subirse a la grada al no estar cerrada aún la amenaza pandémica, pero entiendan que este crío llevaba mucho tiempo soñando con una noche así. Magia pura en un escenario mítico y con una afición que lo adora. Seguro que Mbappé se habrá deleitado por la tele con el partidazo del carioca y habrá entendido que cuando llegue aquí, dentro de un año, lo primero que deberá hacer es hablarle de usted a Vini, a nuestro Vini. La estrella es él.
Líderes felices.- El hat-trick de Benzema y la actuación pletórica de Modric (un veterano de 36 años hizo la jugada que permitió a uno de 18, Camavinga, debutar con gol) completaron una noche para la historia. En días así de piel sensible quiero mandarle un abrazo muy fuerte a Sergio, nuestro madridista entusiasta de la peña Capote y Montera que siempre nos regalaba una sonrisa y un abrazo. Te fuiste para siempre, pero esta noche te vi aplaudiendo en el cielo del Bernabéu los goles de Karim, Vini y Camavinga. Siempre estarás en nuestro recuerdo.