OPINIÓN

Los 100 minutos que devolvieron al Espanyol a su vieja normalidad

Nunca regreses al lugar donde fuiste feliz, advierten los románticos. Y razón no les falta. Pero se empeñó en hacerlo el Espanyol ante el Atlético...

Atletico Madrid's French midfielder Thomas Lemar (C) celebrates scoring his team's second goal during the Spanish League football match between RCD Espanyol and Club Atletico de Madrid atxA0the RCDE Stadium in Cornella de Llobregat on September 12, 2021.
JOSEP LAGO
Iván Molero
Llegó al Diario AS como estudiante en prácticas en 2002, y desde que se licenció en Periodismo por Blanquerna, de la Universitat Ramon Llull, se ha especializado en la información del Espanyol, sobre el que también ha co-escrito libros, todo ello atendiendo al seguimiento de otros equipos, deportes y eventos desde la delegación de Barcelona.
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Nunca vuelvas al lugar donde fuiste feliz, advierten los románticos. Y razón no les falta. Pero cómo renunciar a una primavera cuando acabas de sobrevivir a los sinsabores del invierno. Le sucede al Espanyol, que según cómo se mire regresó a Primera hace cuatro meses, aquel 8 de mayo en que materializó su huida por la vía rápida de Segunda, hace cuatro semanas, cuando se inició LaLiga, o directamente este domingo. Ya no necesita que le pellizquen para saber que está en ese lugar, que directamente es su casa. Y que para los pericos, la felicidad por extraño que parezca, siempre entraña momentos de calamidad.

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Porque ante el Atlético de Madrid, se dieron casi todos los ingredientes que solo se podían dar, uno, en un partido de Primera División, y dos, en la vieja normalidad. Se colapsó la rotonda anexa al RCDE Stadium, recurrió Vicente Moreno a su versión más jugona y valiente, pasó Griezmann sin pena ni gloria en su reestreno, se lesionó Calero y debutó un adolescente Recasens, se gustó Darder, desempolvaron 15.321 espectadores sus viejas butacas, y se dejaron la garganta desde el himno o los diez (¡diez!) minutos de añadido hasta el gol bien anulado a los rojiblancos –que el VAR dé la razón al Espanyol sí da para pellizcarse– por fuera de juego de Luis Suárez, quien recibió pitadas tan sonoras como las ovaciones a Melendo, Nico Melamed o Raúl de Tomás.

Marcó el madrileño, canterano madridista, su primer gol de la temporada, también el primero de los blanquiazules, y corrió a abrazarse a Embarba, su asistente, de denostado ante el Mallorca a incansable buscador de goles frente al Atleti. Y ahí sí, como el que recibe un envío postal que pidió tiempo atrás pero ya que creía extraviado, confirmaron los aficionados del Espanyol, acaso también los jugadores, que la vuelta a la elite es una realidad. Pero faltaba el sello, la firma. Y en el Espanyol, casi como parte de su idiosincrasia que le ha llevado a resistir durante 120 años, solo se alcanza el éxtasis si la ruta ha sido sinuosa, si se combinan el camino del júbilo con el sufrimiento y el desespero. Y esa remontada de los de Simeone en 100 minutos, más allá de cruel mazazo, no hace sino devolver realmente a los pericos al lugar donde fueron felices.

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