El verano que casi fichamos a Mbappé

Si Nacho Vegas era el hombre que casi conoció en una ocasión a Michi Panero, el Real Madrid es el club que casi fichó en un verano a Kylian Mbappé. El domingo muchos volveremos al Bernabéu, después de haber nadado océanos de tiempo hasta llegar a nuestros asientos, y tras tanta invocación veraniega temo encontrarme con el fantasma del atacante francés vagando por las obras del estadio, murmurando una quejumbrosa letanía "tic, tac, tic, tac…" entre cascotes y zanjas.

Admito que todo este drama me llega a divertir casi tanto como tener al propio jugador. Hay futbolistas cuyo fichaje es casi más emocionante que luego su propio paso por el club. Recuerdo aquel verano en el que seguimos la disputa por Karembeu con el Barça como si fuera un serial de la radio. Se formó tanta historia a su alrededor que era imposible que el jugador pudiera estar luego a la altura de las circunstancias. Era mejor cuando todavía no había llegado.

No tengo duda de que Mbappé es un jugador diferencial. Uno de esos futbolistas que cambian una época. Una inversión que te lleva al futuro. Lo llevo pensando desde aquella fulgurante irrupción suya con el AS Monaco en Champions hace unos años, formando esa extraña pareja con Falcao, a lo Walter Matthau con Jack Lemmon. Desconozco qué sucederá ahora, si podrá aguantar unos meses con su futuro sin atar del todo, si resistirá la tentación de firmar un contrato con el PSG que le convertiría en el Macaulay Culkin de "Niño Rico". O si habría sido mejor idea invertir fuerte en lo realizable (Haaland) que enamorarse de lo esotérico (Mbappé a coste cero).

Lo único que tengo claro es que en esta época de superequipos, Mbappé busca ser el dueño de su propio gran jardín en Europa, como diría Alberto Egea. Y el club lleva segando el césped todo el verano con la gorra de John Deere, torrándose al sol por momentos, cuidando los bonsáis con unas tijeras diminutas y trasplantando árboles antiguos. Poniéndolo a punto.

Hay goles que son más bonitos cuando no entran, como aquel de Pelé ante Uruguay o el de Zidane en Zorrilla. Y hay fichajes que se disfrutan cuando todavía no han venido. Recuerdo estar leyendo en una pizzería de Londres todas las historias en los periódicos ingleses sobre el posible fichaje de Cristiano Ronaldo, por aquel entonces lejano, fantaseando con que un día se pudiera dar. Ahora que el portugués retorna a Manchester, he vuelto a pensar en aquellos días de ilusiones y pepperoni. Me pregunto cuál será mi momento pizzería con Mbappé. Y eso es más importante que muchas otras cosas del fútbol.