Saber acostumbrarse a este Barça

Decepción. Memphis le arregló al Barça lo que iba para primera noche negra de la temporada. Su gol en San Mamés alivió a un equipo que estuvo entregado a un gran Athletic durante casi todo el partido. Si hace el 1-2 casi al final, se hubiese convertido en un héroe de verano, pero lo peor que se puede decir del Barça es que fue un equipo sin ningún tipo de autoridad y, más allá del holandés y de momentos interesantes de De Jong, un grupo sin líderes, bastante perdido como colectivo. Piqué tuvo que abandonar en la primera parte; lo de Eric, que jugó en unas circunstancias personales difíciles por el fallecimiento de su abuelo, fue un hundimiento ante los Williams; y Griezmann, hasta que centró su posición, dio la sensación de pasar olímpicamente del partido.

Sin referente. Hay que acostumbrarse a un Barça huérfano hasta que la herida de Messi cicatrice. Era evidente, y más en LaLiga, que el argentino gobernó con mano de hierro ganando hasta diez, que el equipo encontraba en el crack una brújula y un elemento clave de intimidación. Hay que reinventarse y repensar los roles. Y obligar a que los futbolistas asuman más tareas. Eso no ocurre en un día, es trabajo de entrenador y requiere de mucho compromiso. De ahí unos ratos de fútbol realmente sorprendentes, por flojos, en los que pareció transparente en el campo y huérfano de referentes.

Nueva vida. El Barça fue un descontrol en la primera parte. Marcelino, que conoce bien a Neto de Valencia, mandó a sus jugadores a la yugular del brasileño cada vez que tuviese el balón en una situación de compromiso. Los nervios de Neto pasaron pronto a Eric Garcia, asustado ante Williams e incapaz de contenerlo. Para colmo, se lesionó Piqué, sobre quien Koeman negó sus molestias pero que, por arte de magia, no duró ni media hora. Dest vivió en su planeta, y Pedri demostró otra vez que ir a los Juegos fue una muy mala idea, suya y de la Federación, y que a ver cómo lo recupera el Barça. Resultó increíble que el Athletic no se fuera por delante al descanso, ni que celebrase antes el 1-0 de Íñigo, que calcó el gol que le hizo a Oblak hace meses. Koeman centró la posición de Griezmann, De Jong cogió galones y Memphis empató y, al final, casi gana al partido. Hay que saber acostumbrarse a la nueva vida del Barça. Viéndolo desde ese prisma, será mucho menos traumático. Ayer sobrevivió y, en estos días de vacas flacas y pérdida de hegemonía, puede decirse que hasta se marchó contento de la impresionante Catedral.