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1.140 segundos de soledad

El Barça se sometió a una purga, la desconfianza del graderío, es decir, la moción de censura de quienes añorarán a Messi. A los 1.140 segundos de esa incertidumbre, que fueron como una bola de plomo en la barriga, una combinación que parecía una metáfora y una expresión de gratitud a Piqué, que se ha bajado el sueldo para hacer posible el fichaje de Memphis, este nuevo aspirante a ídolo puso en la cabeza del capitán el primer gol de LaLiga. Acababan 1.140 segundos de soledad.

El suspiro general se escuchó en la caja torácica de la afición, atosigada por el peor verano de su historia. Sólo se aliviará este disgusto si se consolida la entrega de los futbolistas. Los goleadores se besaron el escudo, símbolo mayor de amor al club, y los nuevos ídolos, con Pedri al frente, abrieron alegría y respeto al equipo. En el fútbol todo lo arregla al tiempo. A veces un segundo, como en el poema de Kipling, basta para asomarse al cielo, adonde se dirigió Braithwaite en su segundo gol.

Esa manera de dirigirse al firmamento era del héroe que anoche fue recordado en el minuto 10. Casi todo se jugó, hasta la incertidumbre en la que la Real sometió al Barça al final, como un resumen de las actuales ansiedades, pero, igual que en el libro inolvidable de Gabo, parece que “las estirpes condenadas a cien años de soledad” tendrán “una segunda oportunidad sobre la tierra”.