Sin Messi nada cambia para la Real

Quitando la reacción final, para mi totalmente inesperada pero también muy celebraba, podemos decir sin ánimo a equivocarnos que en la era ‘post Messi’ en el Barcelona, nada ha cambiado para la Real Sociedad en el Camp Nou. Nos las prometíamos muy felices sin el astro argentino en el equipo de Ronald Koeman, pensábamos que estábamos ante una buena oportunidad para poner fin a esa larga travesía en el desierto en can Barça, pero la vida sigue igual para los txuri-urdin en un escenario en el que ya es una triste tradición salen extrañamente acomplejados. La primera parte lo ha atestiguado. De nuevo, afloran los complejos cuando jugamos en casa del Barcelona, totalmente a su merced, y con un ritmo notablemente inferior al que planteaban ellos. Eso prácticamente echó al traste las ilusiones y esperanzas de los de Imanol Alguacil.

Durante estos últimos años, llegué a pensar que la Real salía al Camp Nou acomplejada por la presencia, siempre imponente, de Leo Messi. Pero ahora que está en el Paris, no he visto una gran diferencia en la puesta en escena realista en casa del equipo azulgrana. Es más, diría que he visto lo mismo. Y eso me preocupa, no os voy a engañar; pero aunque sea complicado ahora, quiero tener una mirada optimista de esta derrota. El Barça salió con ganas de reivindicarse, y la Real lo pagó caro, porque no supo ponerle oposición. Pero es imposible obviar que el 2-0 de Braithwaite llega precedido por una clara falta de Eric García sobre Januzaj que se le come el colegiado. Y no es lo mismo irse al descanso para un equipo como la Real, con la mochila que tiene en ese escenario, perdiendo por la mínima que con la losa de un segundo gol que no debió subir al marcador.

Les guste o no, ese 2-0 injusto condiciona la segunda mitad. Aunque me agrada la entereza con la que afrontaron los donostiarras ese segundo acto. Con problemas, diezmados y muy condicionados, la Real dio un paso al frente. Y al menos compitió con algo más de dignidad. Que no es poco, viendo la primera parte. Y recibió otro golpe duro, pero tuvo orgullo y casta, fundamentados en los chavales de la cantera. Ver a Barrenetxea y Bautista fajarse al final con 3-0 en contra con la defensa del Barça me gustó. Lo mismo que el debut de Julen Lobete, golazo incluido. Siempre que un potrillo de Zubieta debuta en Primera es una gran noticia. Y aunque tarde, apareció el talento de Oyarzabal con un soberano lanzamiento de falta, que nos hizo soñar, aunque pareciera injusto creer en el empate. Pero fue la demostración de que, a pesar de jugar muy mal y regalar 45 minutos, esta Real no se rinde nunca. Aviso a navegantes. La vida sigue igual. En todos los sentidos. También para algunos jugadores. Ya pueden ponerse las pilas porque sino… a buen entendedor, pocas palabras bastan.