Si yo fuera Messi

Mi primera relación con el fútbol fue traumática. Hacía tres meses que había llegado de la Unión Soviética, tenía ocho años de edad y apenas entendía el castellano. Iba a una escuela en la calle Vírgenes, hoy Galicia, a primero inferior, con chicos de seis años. A veces los alumnos mayores organizaban partidos de fútbol en un terreno cercano y como yo era alto me invitaron a jugar. Como nunca había visto un partido explicaron que debía apoderarme de la pelota, correr hacia el arco y patear con fuerza para que el arquero no la atajara. Hice lo que me indicaron: me apoderé de la pelota, empecé a correr y metí mi primer gol, mientras escuchaba sin entenderlos los gritos de mis compañeros.

Fue una amarga victoria: metí el gol en el arco de mi propio equipo, lo que me traumatizó el resto de mi vida. Ejemplo: residimos en Madrid más de treinta años a menos de 500 metros del estadio Bernabéu y nunca entré. Pese a mi indiferencia en relación al futbol me impactó humanamente el abrupto final de la relación de Messi con el Barcelona, su club de toda la vida. Entendí que el problema se reducía a un asunto de dinero. Nada más que dinero. Me pregunté ¿qué haría yo si fuera Messi, un personaje que dispone de un patrimonio sólido y de ingresos para disfrutarlos durante varias generaciones? Si fuera Messi firmaría con el Barcelona, un club a quien tanto debo, un contrato por tiempo indefinido, anulable en cualquier momento por mi exclusiva voluntad y que me permitiría jugar cuando yo lo decidiera.

Al mismo tiempo organizaría una cátedra sobre fútbol, teórica y práctica, donde transmitiría a jóvenes talentos los frutos de mi experiencia. Sería un hombre libre y feliz. Fijaría mi salario anual en un euro, aunque podría retener, si lo considerara necesario, los derechos sobre mi imagen y sobre todas las posibilidades comerciales que mi presencia genera. Seguiría viviendo en Barcelona, con mi familia, mi club y mi gente, en vez de cambiar de ámbito y sacrificar a los míos “por un puñado de dólares”. Eso haría yo si fuera Messi, pero no lo soy: a veces sigo haciendo goles contra mi propio arco.

Abrasha Rotenberg es escritor y editor de medios argentinos como Primera Plana