Hugo González, un cometa en la oscuridad

La natación española vive en Tokio su particular día de la marmota. Repite un modelo de comportamiento que depende de la luminaria de turno, en este caso Hugo González y la incombustible Mireia Belmonte, cuarta en la final de 400 metros estilos, pero presenta lamentables grietas. Es una natación sin profundidad mundial. Sería un problema preocupante si las carencias se debieran a las complicaciones de un cambio general. No es así. La generación anterior fue tan poco relevante como la actual, agarrada al fulgor de Mireia Belmonte, bálsamo de Fierabrás que servía para ocultar defectos sangrantes y preservar una ineficaz línea federativa.

Es probable que a Hugo González, sexto en la final de 100 metros espalda y aspirante al podio en los 200 metros estilos, le corresponda asumir en Tokio el papel de Mireia Belmonte en las dos ediciones olímpicas anteriores. Después de consagrarse como una estrella en categoría junior, el nadador español se ha establecido por fin entre los mejores del mundo en espalda y estilos.

En la final de 100 espalda, sobresaliente por el nivel general de las marcas, Hugo González bajó de 53 segundos y batió el récord español por dos décimas de segundo (52,78 segundos). Nadó muy bien para nadar mejor. La final fue el perfecto laboratorio para disputar con garantías los 200 metros estilos, que arrancan con el español entre los favoritos. En junio registró la segunda mejor marca mundial del año (1.56.16 minutos). Sólo le adelanta el británico Duncan Scott, un fantástico gran nadador que todavía no es fiable en las pruebas de estilo.

Se acabó la época de Michael Phelps, Ryan Lochte y Laszlo Cseh, artistas incomparables en los 200 metros estilos, y no se atisba al dueño del oro en Tokio. El sexto puesto de Hugo González en 100 espalda, donde se midió con rivales como Eugeni Rilov, Kliment Kolesnikov y Ryan Murphy, que figuran desde hace tiempo entre los mejores de la historia, es un excelente indicador de su potencial en el combinado de estilos.

Destinado al éxito desde juvenil, la trayectoria de Hugo González ha sido irregular, con algún valle profundo y el pico actual. En 2018, deslumbró en su primer año en el equipo de la Universidad de Auburn (Alabama), con una marca en piscina de 25 yardas que sólo han superado Chase Kalisz (2017), Carlson Foster (2021) y Abraham Devine (2018). Las expectativas de aquel registro (3.35.76) se disiparon con rapidez. Durante dos años apenas hubo noticias de Hugo González en los grandes episodios de la natación, hasta su reaparición en el equipo de la Universidad de California, los prestigiosos Bears de Berkeley.

Sus marcas en la frenética temporada universitaria presagiaban el retorno, acreditado con una impecable actuación en los recientes campeonatos de Europa, donde por fin manifestó todo su potencial. Todos los datos de Hugo González invitan al optimismo. Ninguno más interesante que su desempeño en la final de 100 metros espalda, que sólo puede interpretarse como un baño de satisfacción en vísperas de disputar su prueba favorita.

Ha probado su grado de forma, el mejor de su vida, y ha despejado la incertidumbre que siempre asalta antes de comenzar la competición olímpica. Hugo González está tan capacitado para ganar los 200 metros estilos como el británico Duncan Scott, los americanos Kalisz y Michael Andrew o el suizo Jeremy Desplantes. Cualquier cosa que suceda, incluido el oro, no ocultará el decepcionante estado de la natación española.