Un asunto central
En algún momento de confusión dentro del madridismo se ha llegado a la conclusión de que vender a Varane es un movimiento tan estratégico como inevitable. Se le ve como un peón sacrificable en la partida para conseguir a Mbappé, el vellocino de oro. Y se considera que vender de rebajas a un central ganador con apenas 28 años, asentado en la élite de los defensas desde los 19, es un paso adecuado para volver a pelear por la cima. Se infravalora una y otra vez la importancia capital de los centrales en el fútbol moderno. En esta Eurocopa los héroes han acabado siendo Chiellini y Bonucci. Como lo fue Cannavaro en el Mundial de 2006. O Sergio Ramos en Lisboa. O Puyol en Sudáfrica. O Van Dijk con el Liverpool campeón de la Premier y de la Champions. El City llegó por fin a una final europea gracias a la temporada espléndida de Ruben Dias, pagado a millón de euros el kilo de central, y de un renacido Stones. El Atlético ha ganado la Liga con tres centrales y el Chelsea lo mismo con la Champions.
Encontrar un defensa central de garantías es como dar con un unicornio. El propio Madrid sufrió en sus carnes esa travesía por el desierto durante años con un sinfín de experimentos fallidos hasta la llegada de los Ramos, Pepe y Varane. El Madrid de los galácticos fue un coloso con los pies de barro por descuidar precisamente ese flanco. Y ahora puede perder a dos centrales de época en una misma ventana de fichajes sin aparente plan B, más allá de un ilusionante Alaba (que tampoco olvidemos que Ancelotti ya tuvo en el Bayern y le prefería como lateral izquierdo) y de un prometedor Militao que no ha demostrado más que dos muy buenos meses frente a las diez temporadas y mil batallas de Varane.
La seguridad es uno de esos privilegios adquiridos a los que es muy fácil acostumbrarse. Ya lo decía Jack Nicholson en Algunos hombres buenos. En un equipo de fútbol ocurre lo mismo. Nos hemos acostumbrado al nivel de Varane y Ramos pensando que es otro día más en la oficina. Mi temor es que el PSG pueda terminar este verano con el capitán (Ramos), el canterano (Achraf) y el sueño (Mbappé) del Real Madrid, sumados a nuestro tico (Keylor) y a nuestro John Cazale de Lisboa (Di María), feucho y esmirriado, pero capaz de cambiarte una película en dos escenas. Parece una venganza urdida por Al Khelaifi tras pagar 25 millones por Jesé.