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No iba a ser fácil, pero nos tocó

Rio de Janeiro

Cuando me dijeron: "Vas a a ir a la Copa América", el destino era Argentina. En junio y principios de julio, sabiendo que iba a hacer frío pero que quizá podría ver a parte de mi familia. Siempre con prudencia, porque tratándose de Conmebol y Argentina no se puede dar nada por sentado hasta que estás en el lugar de los hechos.

Y algo así pasó. Poco antes del inicio de la Copa América, Argentina bajó la candidatura. La Copa América no tenía sede, todo estaba en el aire, pero finalmente Bolsonaro quiso que fuese Brasil y acá estamos, en Río de Janeiro. "¿Quieres seguir yendo?", me preguntaron. "Sí, por supuesto", contesté. Obviamente con prudencia, dificultades, noticia de última hora de necesidad de PCRs negativos antes de los partidos... pero todo eso valió la pena.

Durante la escritura de estas líneas son las 5:48 en Río de Janeiro, más concretamente en Barra de Tijuca. En esta zona se alojaba la Selección Argentina. Esa Selección que estuvo mes y medio concentrada, encerrada, aislada sin ver a familiares o amigos. Entrenando, creando un grupo y un ambiente de trabajo. Representando a todo un país.

Ese grupo que hoy en el Maracaná disfrutó. Cortó una racha de 28 años sin ganar. Una gran mayoría de esta selección no vio ganar a ninguna antecesora, sí vio grandes equipos, jugadores, planteles... pero nunca habían saboreado un triunfo colosal en Copa América o Mundial. Y ellos lo consiguieron, apoyados en la 'Vieja guardia' como firmó Lionel Messi

A toda una generación nos tocó, por fin, ver a una Selección ser campeona. Tras algunas tandas de penales perdidas, goles en alargues sufridos, derrotas en primera ronda... pero nadie dijo que iba a ser fácil, había que dar el golpe. Y se dio. Y acá estuvimos, junto a 2100 argentinos, para vivirlo y contarlo.