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Ganamos, no sé quienes somos

Una Eurocopa es un acontecimiento en el que un aficionado común afronta peligros enormes, capaces de sumirlo en la miseria emocional, en un abatimiento que puede durar hasta el día siguiente, como que su selección quede apeada en octavos o cuartos de final, y tenga que ver lo que resta de campeonato como un invitado de piedra, casi como un intruso, al que ni le va ni le viene quién gane. Por esta razón, cuando se presenta una Eurocopa o un Mundial, no debes caminar a solas con tu equipo. Me parece temerario, una cosa de locos. Evítalo. La eliminación temprana te aboca a los brazos cruzados, a la tranquilidad, quizás a vivir más. No interesa.

Quedarse fuera de un torneo tan apasionante, capaz de explicar qué es el verano, es más fácil de lo que se piensa. El fútbol está repleto de historias de selecciones que creían que podían llegar lejos, y desgraciadamente solo llegaron cerca. Por eso, para cuando comparece ese penoso momento, desolador, conviene disponer de un plan de escape que te permita saltar en movimiento, como quien dice, a otra selección. A una viva. No hay razón para morir con la tuya. Hay que revelarse contra la palabra Fin. En cualquier negocio, como te aconsejará cualquier mafioso, lo importante es no ser el muerto.

Una persona vagamente sagaz sabe que lo mejor que cabe esperar es evitar lo peor. Interesa siempre hallar un motivo para quedarse hasta la final. En una Eurocopa, admitámoslo, interesa seguir a un par de países, incluso a tres, hasta que uno de ellos se plante en la gran final, como un jefazo. Pío Cabanillas lo explicaba con una claridad casi soez cuando, remitiéndose a una maniobra política, confesó descriptivamente a un compañero: "Ganamos, pero todavía no sé quiénes". A veces necesitamos que el amor por nuestra selección dure solo hasta un minuto concreto, en el que entregamos el corazón a otra. Eso es el plan B. Mi consejo a los suizos, pues, es que se hagan rápidamente de España: verán las semifinales vivos. Después ya se verá si hay, en la final, que apostar a la tercera selección.