Los trials EE UU coronan un festival de prodigios
No se detiene la factoría estadounidense, sostenida por su enorme andamio universitario. Han sido mayoría las pruebas donde jóvenes atletas, sin probar en el mundillo profesional, han conseguido su credencial olímpica...
Un inolvidable fin de semana en Eugene (Oregón) ha sustanciado el equipo de atletismo estadounidense que participará en los Juegos Olímpicos, definido por la precocidad de nuevas estrellas como Athing Mu (19 años), vencedora en los 800 metros con una marca sensacional (1.56.07 minutos), Errington Knighton (17 años), tercero en 200 metros (19.84 segundos) o Cole Hocker (20 años), que derrotó a Matthew Centrowitz, campeón olímpico en 2016, en una final que dará que hablar por la rivalidad que se advierte entre los dos. Esta eclosión de poderío alcanzó su cénit con el récord mundial de Sydney McLaughlin, otra atleta prodigiosa desde su etapa infantil, en los 400 metros vallas. Con una marca de 51.90s, McLaughlin colocó por primera vez el récord por debajo de los 52 segundos.
No se detiene la factoría estadounidense, sostenida por su enorme andamio universitario. Han sido mayoría las pruebas donde jóvenes atletas, sin probar en el mundillo profesional, han conseguido su credencial olímpica. Sometidos al feroz calendario de competiciones colegiales, varios universitarios han superado la fatiga y la inexperiencia para fijar su nombre entre las grandes estrellas del atletismo mundial.
Casos como el de Ju’Vaughn Harrison, que en una misma jornada venció en el salto de altura (2,33 metros) y en el de longitud (8,47 metros), explican la singularidad del atletismo estadounidense. Harrison (Louisiana State University) logró este mismo doblete en los campeonatos universitarios en pista cubierta y recientemente al aire libre. No hay un caso igual en el equipo estadounidense en los últimos 100 años.
Athing Mu, que cumplió 19 años el 2 de junio, ganó hace dos semanas la final universitaria de 400 metros, en su primer año en la Universidad de Texas A&M. Su marca (49.57) indicaba una potencial ganadora de la final olímpica, presunción corroborada en su espectacular posta, por debajo de los 49 segundos, en el relevo 4x400. Tan notable como la calidad de sus registros era su condición de segura ganadora. Sus marcas en el instituto hablaban de una atleta portentosa. Lo ha confirmado en la dificilísima temporada de la pandemia.
Mu no solo es una estrella instantánea por las marcas que consigue. Nacida en Trenton (New Jersey) en el seno de una familia de refugiados sudaneses, es la segunda más joven entre sus nueve hermanos y hermanas. Alta y esbelta, se mueve en la pista con una seguridad infrecuente para una mediofondista tan joven. Su prodigiosa zancada no admite comparación.
Su fascinante despliegue en la final de 800 metros -se separó de rivales de altísimo prestigio como Raevyn Rogers y Ajee’ Wilson como si no existieran- refrendó no sólo sus posibilidades en la pista, sino en el marketing del deporte. Este verano abandonará la universidad para ingresar en el circuito profesional, después de firmar un potente contrato con la firma Nike.
Sydney McLoughlin precedió a Athing Mu en el estrellato juvenil. Con 16 años se ganó plaza en el equipo olímpico de 2016, recién cumplidos los 17 fue semifinalista en los Juegos de Río, con 21 ha batido el récord mundial de 400 metros vallas. Superó a Delilah Muhamad, campeona olímpica en Río de Janeiro, del Mundo en 2019 y poseedora del récord mundial (52.17 segundos) en una espléndida carrera. McLaughlin no descompuso la figura en ningún momento, valla tras valla. Se adivinó el nuevo récord (51.90) desde el comienzo de la carrera.
Si Estados Unidos añade a Athing Mu y a Sydney McLaughlin al relevo 4x400, la marca en Tokio puede ser excepcional. Se encontrarían en el equipo de cuatrocentistas con otra ex niña prodigio: Allyson Félix, que participará en sus quintos Juegos Olímpicos. Con 17 años participó en Atenas 2004. Ahora es la gran dama del atletismo norteamericano y la atleta con más medallas.
Precedido por la impresionante colección de marcas en la jornada del sábado (Grant Holloway, 12.81s en 110 metros vallas; Rai Benjamin, 46.83s en 400 metros vallas; Gabby Thomas, 21.61 en 200 metros), el último día de los trials no defraudó. Noah Lyles, otra figura juvenil que desechó en 2016 el paso por la Universidad para ingresar en el mundo profesional, venció en los 200 metros, con 19.74 segundos, por delante de Kenny Bednarek (19.78) y de Errington Knighton, el nuevo fenómeno entre los sprinters.
Knighton cumplió 17 años en enero. En agosto participará en los Juegos Olímpicos, el atleta más joven del equipo estadounidense desde el mítico Jim Ryun en 1964. Su progresión es imparable: 19.88s en las semifinales, 19.84 en la final. Son marcas que mejoran las que registró Usain Bolt a su edad. Knighton no atravesará el periodo universitario. Ha firmado un jugoso contrato con Adidas.
Cole Hocker acaba de cumplir 20 años y es el reciente campeón universitario de 1.500 metros, representando a la Universidad de Oregon, el centro por excelencia del mediofondo norteamericano. Matt Centrowitz, campeón olímpico de 1.500 en 2016, también defendió a los Ducks de Oregón en su etapa universitaria. Se les esperaba en la final de 1.500 y la carrera no defraudó.
Centrowitz, que ha recuperado su mejor forma este año, corrió con la seguridad de un veterano. Hocker, apenas conocido hace un año, se vio encerrado en algunos momentos, pero reaccionó con su vigor habitual y con la tremenda velocidad final que le caracteriza en carreras de ritmo medio. Adelantó a cinco rivales, alcanzó a Centrowitz en la recta, le superó y cruzó la línea de llegada con un gesto que no pasó inadvertido: se llevó el dedo índice a la boca, silenciando a quienes le ponían en duda.