Luis Enrique, así no

Muchas incógnitas. Ya sé que el miércoles podemos ganar a Eslovaquia y hasta finalizar primeros de grupo (si los polacos derrotan a los suecos). Pero con segundas partes como la protagonizada en La Cartuja ante la tropa de Lewandowski es imposible ilusionarse con una Eurocopa triunfal y exitosa. Es el día de decir las cosas por su nombre, para que luego no nos tachen de resultadistas. Empieza a ser sacrílego mantener a un jugadorazo como Marcos Llorente en el lateral derecho, desperdiciando una bala de plata en ataque, como ha demostrado esta temporada el madrileño en el Atleti. Y tampoco se entiende que Azpilicueta, el capitán del campeón de Europa, el Chelsea, chupe banquillo para que Laporte muestre su blandura en los duelos por alto como le pasó en el gol de Lewandowski. Muchos se acordaron de Azpi y hasta de Nacho, bragado en batallas de ese calibre con los mejores nueves de Europa. ¿Y de verdad no tenían sitio en este equipo Navas y Canales? ¿Y cómo es posible que en la segunda parte quite a Koke, que era el mejor de la medular, y mantenga a Rodri y Pedri que estaban nulos? ¿Por qué no da bola a Thiago, el volante con mejor pie que ha convocado para esta Euro? ¿Y cómo es posible que necesitando un gol para derrotar a los polacos quitase a nuestros dos delanteros centro (Gerard Moreno y Morata) para terminar bombeando balones a una delantera de bajitos? Ahora entenderá el asturiano que mucha parte de la afición pidiese a Iago Aspas en una lista de 26. Pero claro, él cortó de raíz esa posibilidad dejándola en 24... Definitivamente, Luis Enrique no ha tenido un buen día en la oficina.

Factor Morata. Y eso que todo empezó perfecto para nuestros intereses. Orsato perdonó un penalti cometido por Morata en los primeros minutos y después el madrileño zanjó el debate con un buen gol al adelantarse con rapidez a Bereszynski, rompiendo el fuera de juego. El VAR salió al rescate de Orsato y anuló un orsay inexistente. Y, por si fuera poco, cerca del descanso los polacos lanzaron un misil al palo y en el rechace Lewandowski se encontró un caramelo para embocar, pero Unai Simón hizo una parada a lo Neuer con una mano izquierda brutal. Un espejismo. Al regresar al ruedo de La Cartuja en la continuación el equipo salió sin brío, sin convicción, sin hambre, temeroso ante las llegadas de los polacos, que olían la sangre ante la debilidad de la zaga española. La Roja abandonó su versión fever y se dejó llevar por esa desidia en forma de posesión tediosa y sin ataque.

El penalti. Y eso que el VAR volvió a salir a nuestro rescate con un penalti cometido sobre Gerard Moreno. El delantero de Santa Perpetua de Mogoda lo lanzó al palo y el rechace le llegó a Morata, al que se le fue un gol cantado. Definitivamente, el bebé venía de nalgas...

La Cartuja. Da rabia porque la afición española llegó al estadio de la EXPO 92 con una ilusión renovada, acompañada del ‘¡Que viva España!’ de Manolo Escobar cuando la megafonía anunciaba el once titular de los nuestros. Pero todo se fue torciendo tanto que al final solo se escuchaba a los 2.000 polacos que había en las gradas, que silenciaron a los 13.000 españoles cansados de creer sin recibir nada a cambio. Y ojo que el miércoles el partido con los eslovacos es las seis de la tarde, con más grados que un orujo gallego recién elaborado.

Polonia. En sus últimos ocho partidos solo habían ganado uno... ¡A Andorra! Ni siquiera hemos empatado ante un gran rival. Luis Enrique nos dio la ‘clave’ tras el triste fiasco: “Nadie dijo que esto iba a ser fácil”. Me quedo más tranquilo...