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La lección de Rins y el móvil

Siempre he creído en la ejemplaridad del deporte, incluyendo por supuesto sus representantes a nivel profesional. La enorme difusión de los eventos hace que las actitudes, gestos y comportamientos de sus protagonistas lleguen hasta millones de personas por las transmisiones televisivas. Los grandes deportistas son ídolos de masas, admirados e incluso imitados. Por todo ello me ha parecido apreciable que Álex Rins haya reconocido que sufrió un accidente en bicicleta mientras rodaba en el circuito de Montmeló por ir mirando el móvil. En primer lugar, por admitir su error y en segundo, para que todos sigamos tomando conciencia de las graves consecuencias que puede llegar a tener una distracción cuando se conduce cualquier tipo de vehículo, para uno mismo y para los demás.

Rins se rompió en el incidente el radio del brazo derecho, no pudo competir en el GP de Cataluña y perdió unos puntos que siempre son importantes para un piloto con ambiciones en MotoGP. Pero la cosa pudo, obviamente, ser mucho más sería. Cuando se pierde el control de la bicicleta (por supuesto de una moto o de un coche) a cierta velocidad las consecuencias quedan en manos del destino o la suerte, como se prefiera. De haberse lesionado de mayor gravedad quizá se habría despedido de sus opciones el Mundial. Los pilotos asumen riesgos permanentes por su propia actividad, es algo inherente a la competición e inevitable. Pero incrementarlo por utilizar el móvil cuando no toca es un error del que seguro el catalán habrá aprendido. Y ojalá que su ejemplo sirva para que los que seguimos sus gestas tampoco olvidemos nunca (algo que ocurre con mucha frecuencia por lo que se ve en la carretera) que hacerlo no sólo es que esté prohibido, es que ante todo es muy peligroso…