Ahora al Madrid le toca mirar al fútbol
El fracaso no se mide por el resultado. A veces con intentarlo es suficiente. Cuando al Madrid no le da con el fútbol, al menos tiene la voluntad y la ambición de rebelarse contra el destino. No le alcanzó, pero nadie le quita los méritos de la tentativa. El partido ante el Villarreal fue un símil adecuado de lo que ha sido buena parte de LaLiga. Las apreturas futbolísticas y las desconexiones puntuales fueron subsanadas a medias por la resistencia a la derrota. No pudo empezar peor, tiró el primer tiempo y acabó con un acto de fe para sellar la remontada.
El Madrid vaciló en la presión y esa tesitura favoreció el buen toque del Villarreal. Parejo contactó demasiadas veces con el balón. A los lados de Casemiro, víctima de un bloque tan largo y demasiado estático, siempre recibían Gerard Moreno y Manu Trigueros solos para incentivar las transiciones amarillas. Se descosió con facilidad el conjunto de Zidane, muy expuesto en todos los frentes. Con la posesión tampoco tuvo fluidez. Benzema entró frío, Asensio y Vinicius se apagaron solos y las apariciones de Odriozola y Miguel Gutiérrez carecían de acierto en la finalización.
Con todo perdido durante demasiado tiempo, Zidane movió las fichas tanto en los nombres como en el sistema y su equipo cambió la cara por las bravas. Se aplicó en la recuperación, ventiló el juego por los costados y lanzó su acometida final sobre el área de Rulli ante un Villarreal que sin balón es mucho menos. Leal con su historia, hubo victoria blanca. El Madrid claudicó de una forma digna. No hay reproche alguno sobre su cabezonería y personalidad. Ahora tiene que volver a reparar en el fútbol para recuperar la vitola de campeón.
Gerard Moreno, entre líneas
Desajuste en la presión de un Madrid muy largo y ancho. Trigueros recibe y tiene un pase fácil para Gerard Moreno, liberado en el medio. Varane no le terminó de seguir nunca. El primer tiempo fue amarillo.