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El sello de calidad moral que deja Zidane

Ya damos por hecho que Zidane está de retirada, que gane o no el Madrid LaLiga (y es muy difícil que la gane) su pensamiento empieza a estar fuera. Esta ha sido una temporada muy dura para todos y para él quizá un poquito más. No ha encontrado con quiénes rejuvenecer el equipo y ha llegado hasta donde ha llegado exprimiendo a la vieja guardia. Ha tenido un Madrid muy distinto de aquel con la ‘segunda unidad’, que cuando era requerida goleaba en salidas dificíles. El sábado dijo algo que sonó a epitafio: “A veces tienes que marcharte por el bien de todos...”. Hasta corrió que había anunciado a la plantilla su salida, cosa que luego desmintió.

Pero le vemos fuera por lo que dijo y porque tampoco desde el club se levanta un clamor para que se quede. Y se habla de dos sustitutos, Allegri y Raúl. Desde que se fue Miguel Muñoz para que viniera Miljanic (previo puente de Molowny), y ya ha llovido, el Madrid siempre ha oscilado entre elegir un influjo exterior que refrescara los modos de la casa y lo contrario: alguien de la casa, muy de la casa, lo más de la casa posible. En esas vuelve a estar: entre Allegri, entrenador italiano de éxito, y Raúl, de corta trayectoria, pero al que Valdano describió hace poco como “...aquel futbolista que parecía el himno del Madrid jugando al fútbol...” Imperial.

Sea el que fuere, lo va a tener caro. Zidane ha sido mucho Zidane, y no sólo por sus tres Champions, que ahí quedan, y por su torería al ofrecerse dos veces para remediar sendos desastres, sino sobre todo por la forma en que se ha manejado en ese puesto tan difícil en todos los sentidos, entre ellos uno esencial: ser la cara del club. Un entrenador comparece tres o cuatro veces por semana en todos los telediarios y la forma en que él ha preservado la imagen del club en las buenas, las malas y las imposibles es lo que más habrá que agradecer de su paso por aquí. Se marchará dejando un sello de calidad moral que nunca vamos a olvidar.