La fe de Zidane es la estrategia


El infartado final de Liga tiene al Madrid como el púgil que no quiere caer a la lona. No importan sus estreches futbolísticas, ni la legión de bajas que le atormentan. Cuando no le da con el juego, se emplaza a la fe, el orden y el balón parado. La estrategia volvió a salir en su rescate ante un Athletic que dio la talla competitiva necesaria. El octavo gol de córner en la competición permite mantener su persecución al Atleti. Hasta por un momento soñó con acabar como líder la jornada.
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Al Madrid le costó encontrar el pulso al partido. Las dos líneas pétreas de cuatro de Marcelino le forzaban a atacar por fuera ante su déficit de juego interior. Con dos laterales tan largos como Odriozola y Miguel Gutiérrez, los extremos (Rodrygo y Vinicius) debían haber mezclado más sus posiciones y haber pisado zonas interiores con mayor frecuencia. No lo hicieron y el Madrid solo fue lo que quisieron Benzema y Modric, conmovedor el croata una vez más. La escasa presencia en el área del Athletic durante todo el primer tiempo se invirtió tras el descanso más por voluntad que por ideas. La trama se rompió. El Athletic olfateó que podía dañar en las transiciones al Madrid, pese a las extremas y perfectas vigilancias de Militao sobre Williams. Y al Madrid no le importaba esta escenografía de partido porque aliviaba sus estructurales carencias en el juego elaborado. Solo una contra o un balón parado iban a sacar al equipo de Zidane del atolladero. Nacho alzó el premio y el Madrid mantiene viva la esperanza. Nunca le den por muerto.
La marca perdida

Íñigo Martínez cubría a Casemiro y De Marcos a Benzema en los saques de esquina. El central del Athletic no fijó al brasileño en el gol, víctima también de una acción de bloqueo. No estuvo atento en la segunda jugada.



