El Valencia hizo honor a su posición

El Valencia hizo honor a la posición que ocupa en la clasificación y también al dicho de que a perro flaco, todo son pulgas. No es una crítica a su partido contra el Barcelona. Es su realidad. Su preocupante y triste realidad. Lim ha convertido al Valencia en un club con aspiraciones mediocres y como tal jugó el equipo blanquinegro. Y asumiendo tal mantra, valorando el partido en su contexto de vida, el Valencia lo hizo bastante bien hasta que Lato metió la mano. El planteamiento de Gracia, sus línea de tres condos carrileros, descompuso al Barcelona. Hasta el gol de Gabriel Paulista, ni Alba ni Dest tuvieron la profundidad que acostumbran y por dentro el Valencia defendía con orden y por acumulación, obligando al Barcelona a circulaciones propias del balonmano que, más allá de una ocasión nada más empezar de Pedri, ni fu ni fa.

Pero entonces Lato metió la mano donde no debía y se abrió la caja de los despropósitos, esos que le han llevado a estar a 6 puntos del descenso y que le harán jugar la final de la agonía el domingo contra el Real Valladolid. Cillessen encontró al enemigo en casa -él paraba, nadie despejaba - y Messi se lanzó a por la Liga. Solo cuando Carlos Soler hizo uno de los goles de su vida, el Valencia se acercó al Valencia que su gente quiere ver. Pero el arreón le duró un chupito y Mestalla estaba vacío, en silencio, sin alma.