El Barça de las dos velocidades

El Barça, como Europa, funcionó a dos velocidades en Vila-real. En la primera estuvo exuberante, especialmente De Jong, que cuando juega en esa posición de enlace que rompe defensas adelantadas, juega desbocado. Además de dos ocasiones cantadas, dejó dos balones de gol, uno de cara y otro de tacón, de futbolista de quilates. A De Jong en la primera parte le acompañó Griezmann. El 1-1 fue delicioso. El 1-2, la demostración de un futbolista que está ahora con todas las luces encendidas, intuyendo que lo que puede pasar en las jugadas. Vivo, concentrado y con hambre. Esto es lo que se le pide a las estrellas. Decidir partidos.

El Barça que fue un bólido en la primera parte se convirtió después del descanso en un utilitario que se iba a quedar sin gasolina en mitad del Área 51, a punto de perder LaLiga. Por un lado, le entró el vértigo de pensar que está completando una remontada memorable en una temporada que amenazaba ruina gorda. Y luego, se cansó. De Jong ya no pegó las mismas carreras, Pedri está cansado y Messi seleccionó sus acciones para conservar. El argentino fue el más listo. Provocó una amarilla de Pau (la roja fue un accidente) y se quedó con los últimos balones porque Sergi Roberto e Ilaix no eran capaces de contener el partido en el centro del campo.

La defensa también se hundió. A eso colaboró Koeman quitando a Dest, un futbolista que no es brillante pero sí un martillo pilón que lleva los partidos cerca del área rival. El holandés ya puede ir apuntándoselo en la libreta de los errores, que en comparación con el trabajo que ha hecho para levantar a este Barça que no tenía alma en agosto, son poquísimos. El Barça empieza a creerse de verdad que puede ganar esta Liga.