La vida a lo panenka
El fútbol siempre es una metáfora de la vida, y tirar un penalti a lo panenka es una forma de encararla. Dar vueltas sobre la figura y las decisiones de De Tomás, por otra parte, es un pasatiempo entretenido y siempre controvertido. El domingo, en uno de los partidos más importantes del campeonato, el delantero decidió picar un penalti a lo panenka y dio en el larguero. Las críticas y conclusiones quedaron suspendidas hasta conocer el resultado. Pasa como cuando se pierde a un amigo de fiesta en el extranjero y está sin cartera, sin batería en el móvil y borracho como un piojo. Si aparece, escribirán epopeyas de aquella noche. Si no aparece, la llamada a los padres será una tormenta. Woody Allen lo describe al inicio de Match Point: en el tenis, cuando la pelota golpea la red puede seguir hacia delante o caer hacia atrás. La suerte es la que determinará si se gana o se pierde.
Pero tirar de panenka es querer tentar a la suerte. Siempre se podrá tomar como un gesto vanidoso y egoísta, como una floritura innecesaria. Si un gol a lo panenka es marcar más que un penalti porque la mezcla de valentía y calidad le otorga una categoría superior, fallar a lo panenka es aceptar que siempre habrá quien lo considere una imprudencia, quien señale que se prioriza la vida lúbrica a costa del bien común.
No sabemos qué pasó por la cabeza de De Tomás ni antes ni después. Sí sabemos que la jornada anterior falló otro penalti, aunque pudo marcar el rebote. Quizá lo que para algunos fue un gesto superfluo, para De Tomás era una terapia de choque. Al final, gracias a una genialidad de Nico, el penalti quedó en anécdota y De Tomás recibió un abrazo paternal de Vicente Moreno. Al día siguiente, el delantero colgó en Instagram una foto de Gladiator. 'Keep calm’, añadió, como queriendo decir: alcanzaré mi venganza en esta vida o en la otra. Si contra el Almería hay un penalti a favor del Espanyol en el último minuto y con el marcador en empate a cero, que lo tire De Tomás.