La alegría inesperada del distraído
El vino con el que hubiera debido brindar el Valladolid, un buen Ribera de Peñafiel, se quedó sobre la mesa como testigo de la alegría que mereció el equipo de Delibes. Pero tras una serie de accidentes que dejaron manco al once de Sergio debilitaron al fin una defensa que fue el mejor ataque que comandó Masip como un forzado invulnerable. Fue un gran partido defensivo de los vallisoletanos y una lamentable exhibición de impotencia del Barcelona. Pasó por mi mente una serie de épocas negras. Y la reiteración de las indecisiones y los fallos me evocaron la primera parte de esta liga incierta, cuando ante equipos que parecían derrotados de antemano se alzaba un Barça con su bandera manchada de derrota.
Desde el principio este equipo volvió a las andadas, para desesperación de su capitán, Lionel Messi, al que antes el nuevo presidente, Joan Laporta, había ungido como el mejor de las últimas décadas. Al descanso se le escuchó decir al argentino que “esto” había que ganarlo como fuera. Las especulaciones que saldrán ahora a relucir sobre esta victoria agónica, que se debe al más distraído de los jugadores que acompañan a Messi, tendrán como raíz esa frase del rosarino. En cuanto al fútbol… Masip tuvo conciencia de lo que es este deporte, de su peligrosidad, de su alegría y de su drama; y Messi supo qué portero tenía delante. De resto, ruido y furia, como en las novelas de Faulkner.