El Valencia no debió salir a jugar
El Valencia se quedó a medias en su denuncia contra el insulto racista que defiende el club que sufrió Diakhaby y que Juan Cala negó por los pasillos. Muchos pensamos que el equipo no debería haber regresado al césped por el mero temor a una sanción posterior. La lucha contra el racismo en el fútbol y en la sociedad en general va más allá de tres, cuatro o seis puntos. De poco sirve organizar fotografías con toda la plantilla de rodillas y con el puño alzado si cuando puedes coger la bandera, cuando consideras y así lo dices que Diakhaby es "otra víctima del racismo en el fútbol", acabas actuando pensando en las consecuencias deportivas.
Aún así, el Valencia, sus jugadores, aún quedándose a medias, pusieron el foco en el racismo más que muchos otros clubes que han pasado por episodios similares en España y en el mundo. Por ello, erraríamos el tiro si la crítica se ciñe a quién denuncia por su forma de hacerlo, porque aquí importa el qué pasó y no tanto el cómo se reaccionó. Diakhaby fue la presunta víctima y su imagen abatido en la grada del Ramón de Carranza, cual culpable en un banquillo cuando a priori era todo lo contrario, pone en una encrucijada a la liga española, cuyas autoridades no pueden mirar a otro lado y tienen que investigar a fondo el asunto. A Cala le ampara la presunción de inocencia, aunque llama la atención tanto como que el Valencia saliera a jugar que después de escribir en el acta Medié Jiménez que Diakhaby le acusó de llamarle "negro de mierda" no saliera a defenderse públicamente.