Pedri, Unai Simón, Sergio Ramos...

La semana de la Selección deja un saldo de 7 puntos de 9, que no está mal, pero podría haber sido mejor. La pena es que ninguno de los tres partidos dejó verdadera satisfacción. Del de ayer ante Kosovo se esperaba un juego alegre y una victoria clara, pero no hubo tal. Fue una victoria más bien funcionarial, obtenida gracias a dos goles muy seguidos en la primera parte, el primero con un precioso tiro en comba de Dani Olmo, que limpió las telarañas, y el otro en un disparo cruzado de Ferran Torres a la cepa del palo contrario que me recordó a algunos de los que marcó Jairzinho, especialista en esa suerte, en México-70.

Kosovo es una selección floja, sobre todo por atrás. Por arriba tiene gente interesante. Lo segundo le permite sacar resultados dignos ante equipos flojos, lo primero le hace carne de goleada ante los grandes. Pero ayer no pasó. Ante una defensa de cinco tendente a descolocarse, España no jugó con la alegría y la velocidad apetecibles. De ahí el corto 2-0 de la primera mitad y el triste 1-1 de la segunda, cuando Unai Simón regaló tontantemente un gol y Gerard Moreno aprovechó su corta presencia para marcar en un córner. Lo mejor, de nuevo, la zona izquierda, y sobre todo la forma en que Pedri ha entrado en el equipo, como mano en guante.

Dos puntos feos. Unai regaló el gol por ir de sobrado con el pie. Es curioso, estos días le hemos visto rechazar de puños balones claramente blocables, como si se sintiera inseguro de sus manos, y sin embargo arriesgó en una aventura fuera del área en la que mejor hubiera hecho reventando el balón. Y otro: Sergio Ramos. Bien que haya sumado dos partidos, a base de medio de uno y un piquito del otro, pero queda la desagradable impresión de que por hacerle un favor el seleccionador le ha llevado lisiado a una excursión importante. Eso ha cantado y por muy jaque que se ponga Luis Enrique difícilmente va a desmontar esa evidencia.