Una temporada ilusionante de F1 y MotoGP
El invierno es siempre largo para los aficionados a los deportes del motor (excepción hecha por el bálsamo del Dakar y el madrugador arranque de los rallys). Lo ha sido más aún, como casi todo por desgracia, en esta época pandémica, de confinamientos, limitaciones e incertidumbres. Pero ha llegado la primavera y, con ella, los grandes premios de Fórmula 1 y MotoGP. Dicen que las penas con pan son menos, así que empezamos la temporada con la alegría de una ración doble: carreras de coches en Bahréin y de motos en Qatar. ¡Qué ganas teníamos! Entre otros muchos motivos, porque su mera celebración se presenta como una enorme ilusión, una especie de espejismo, de que la normalidad será de nuevo real algún día, ojalá más pronto que tarde. El panorama es ilusionante y solo hay que cruzar los dedos para que ninguna complicación más impida sacar adelante los calendarios previstos.
Empieza la acción y con ella la emoción, la diversión y el espectáculo. Siempre existen en mayor o menor medida, a fogonazos o con constancia. Hablamos de la cumbre de la competición del motor, con los mejores pilotos del mundo y las máquinas más rápidas. Sé que suena a tópico, a argumento sacado de una promoción de los campeonatos, pero no por ello debemos perder esa valiosa perspectiva. Lo que se ve en los circuitos de F1 y MotoGP es algo extraordinario, la máxima expresión de la tecnología, la búsqueda de la excelencia, el talento y, por supuesto, el coraje. Y en España tenemos la fortuna de contar con una representación cualificada en ambos certámenes, algo de lo que no pueden presumir muchos países. Alonso, Sainz, Mir, Pol Espargaró, Viñales, Rins y, seguro que muy pronto, Marc Márquez… Nombres ilustres con ambiciones acordes a su calidad que nos harán vibrar durante lo que se presenta como una larga e intensa temporada.