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RdT y el ejemplo de Gerard

Se puede estar más de una hora hablando sin decir nada o se puede estar debatiendo un día entero y no llegar a ninguna conclusión positiva. Sin embargo, todo acto comunicativo que se precie nos ha de intentar mover algo de nuestro estado de opinión o, al menos, removernos un poco por dentro. El debate creado en torno a Raúl de Tomás puede ser estéril, incluso incomprensible para muchos, sobre todo si lo llevamos al blanco o negro -algo muy común hoy día-.

Pero, ¿qué pasa si ponemos el foco en cómo, un jugador con calidad de Champions, nos puede aportar más al juego grupal y convencerle de que esa mejora también le redundaría en su beneficio personal? Un claro ejemplo reciente de ese win-win es Gerard Moreno, así que reflexionemos: ¿Tiene más calidad Gerard que RdT? ¿Por qué se convirtió en ídolo de todos? ¿solo por sus goles? O, además, ¿por su implicación con el grupo? Esto no trata de correr más o menos, sino de la eficiencia y sentido de esas carreras respecto a las de tus compañeros. Por consiguiente, ¿tiene capacidad RDT de entender esa colectividad y que en el fútbol las individualidades ganan partidos, pero los grandes objetivos los ganará el grupo? ¿Tenemos el resto arrestos para pedírselo, o sucumbiremos ciegamente ante las irreverencias de un jugador con una calidad que no estamos acostumbrados a ver por miedo a perderlo?

Vicente Moreno y Raúl de Tomás.
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Vicente Moreno y Raúl de Tomás.GORKA LEIZADIARIO AS

Ser entrenador es tremendamente complejo. Al evidente control del tema táctico, se le unen las tareas de ser psicólogo, educador, amigo, brazo ejecutor, gestor y un sinfín de cualidades. Un trabajo difícilmente evaluable -en mi opinión, solo por los resultados los conoceréis- porque cada uno tiene sus secretos y trucos para hacer funcionar a un grupo de jugadores que, por norma común, va a heredar. En fútbol formativo no deja de ser menos complicado, sin embargo, la presión por el resultado no es la misma; los resultados se verán en el largo plazo y el entrenador acostumbrará a tener siempre la sartén por el mango con jugadores jóvenes. En cambio, en el fútbol profesional, esa sartén, aunque el entrenador posea el mango mayor, puede disponer de diferentes asideros.

Me explico, pero prosigamos con el símil: se supone que estamos haciendo una tortilla y queremos girarla. La sartén la sostienen: el entrenador, mango principal; jugadores líderes de la plantilla, cada uno con su asa correspondiente; la dirección deportiva, incluso, también quiere tener su porción de asa. El éxito de que el giro salga bien va a residir en que la sincronización de la vuelta sea la correcta. Todos a una. Misma idea, misma intensidad y velocidad. En definitiva, el entrenador ha de llevar las riendas y ha de intentar que todos jueguen a la misma idea y que, por supuesto, crean en esa idea. Para ello recurrirá a la persuasión, el convencimiento, el halago o la mano dura, por ejemplo. Cada cual tendrá su estilo y saber dar a cada uno su “vitamina” en forma y tiempo adecuados no es una tarea sencilla. A todo ello, súmale lidiar con el resto del club, el entorno, los medios…todo ha de tener cierto control.

Decidí elegir esta profesión porque esa gestión me apasiona, a la par que me provocará grandes úlceras de estómago, pero voy teniendo cosas más o menos claras al respecto: en esta profesión no hay genios. Hay personas que se lo curran mucho y se desviven, afectando incluso a su vida privada; también hay otras con una intuición especial o las hay con un bagaje tremendo y unas espaldas muy anchas... pero no hay fórmulas exactas ni resultados infalibles. No obstante, algo que tengo bastante claro es que el entrenador que consigue que sus líderes/referentes del grupo remen juntos y en la misma dirección que él, tiene, sin duda, mucho camino andado.