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ASMR después de BDSM

Como fumarse la tacha de un petardo y acto seguido comerse un polvorón, así fue la entrevista a Rufete en La Grada. Primero la garganta quema, toses para estabilizar y luego el polvorón hace de martirio suave, suave, hasta que pesa y la mandíbula, agotada de hacer bola para tragar trocito a trozo, como caería el alpiste en un pegajoso comedero de pájaros, empieza a doler. Cuando el director deportivo del Espanyol habla, suena a radio lejana en país extranjero. Su habilidad para adormecer y desconcertar es fascinante. No ayuda empezar con una imagen de su cara tachada, no. Pero da igual, porque hay tantas posibilidades de que responda a la pregunta como de que cometa un patinazo. Su poca habilidad para la comunicación es la quintaesencia del equilibrio en decir nada.

La entrevista fue algo así como ASMR después de BDSM. Tras semanas de críticas y de señalar culpables, la jornada fue redonda y el Espanyol volvió, goleada mediante, a los puestos de ascenso directo. Fue un partido de poner mejilla y recibir guantazos como los de RocknRolla, con el dorso de la mano, que transporten a la infancia. Embarba, apagado, arrastraba unas polémicas declaraciones: pues un gol y dos asistencias en tres minutos. Melendo, cuestionado: un tacón mágico. Y Pedrosa… ¡Pedrosa! En verano titulé así una columna: ‘Sólo sé que Dídac jugará’. Nada que añadir. Adoro que los jugadores del Espanyol me callen a palos. Total, ser periquito es entregarse al sufrimiento.

Adrià Pedrosa festeja, con sus compañeros, el 3-0 del sábado.
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Adrià Pedrosa festeja, con sus compañeros, el 3-0 del sábado.GORKA LEIZADIARIO AS

Este lunes por la mañana, además, el club acertó en los tempos y colgó un vídeo sin sensiblerías ni discursos estériles en el que, de pronto, se escuchan las entrañas de un vestuario hermético y distante. “Disfrutad, disfrutad, que es lo más importante. Y ganar, ganar otra vez”, arenga David López. En algo más de setenta y dos horas se pasó de vivir en un empate permanente y triste a disfrutar de una goleada, oír al vestuario y usar de nuevo a Rufete de sparring, que ya es algo. El Espanyol es muy culpable de mis desequilibrios emocionales.