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Doloroso toque de atención

Ya está. Ya podemos pensar en la Copa del Rey. No hay ningún partido de por medio que nos pueda cortar un poco. Ahora no hay freno. La mirada fija en La Cartuja. El partido de los partidos para la Real Sociedad. El problema es que este 1-6 en el Reale Arena es de esos resultados que hacen daño, que pueden mermar la fe de un equipo y cercenan confianzas. Y eso es lo que más nos debe preocupar. Que la segunda parte contra el Barcelona no le pase factura más allá del evidente cabreo que te llevas cuando te hacen un set.

Porque la Real de los segundos 45 minutos contra el equipo de Koeman no es la Real. De hecho, hay que decir que está a años luz de lo que conocemos de este equipo txuri-Urdin. Y debe resetear cuanto antes para recuperar sensaciones y afrontar con todas las garantías la final de Copa contra el Athletic. No puede debe hacer daño. Tiene que ser como un toque de atención. Si nos creíamos más guapos, y mejor vestidos que los del Athletic, pues igual no es tanto. Que vamos a tener que sufrir para volver a ser campeones lo tenemos que tener grabados a fuego en la frente. No somos más, ni mejores. Como mucho iguales. Y desde ahí debemos demostrar que podemos alzar la tercera Copa.

Pero la goleada duele, claro. No en vano, es la mayor goleada que ha recibido Imanol Alguacil como entrenador de la Real. Duele porque después de una primera parte más que decente, marcada por la efectividad de unos y otros (porque a Ter Stegen le dio por parar), vimos un segundo acto en el que los realistas dieron todo tipo de facilidades al Barça. Y si encima enfrente tienes la mejor versión de Messi y compañía, pues te caen seis, como hace 21 años con Clemente en el banquillo realista. Pero la Real debe seguir su hoja de ruta. Hacer borrón y cuenta nueva. Costará un poco más de lo esperado, pero debe hacerlo. Y seguir creyendo, parque que este toque de atención ayude más que reste. Ya sabíamos el camino para ser campeones. El Barça nos mostró lo que no debemos hacer. Aprendamos. Y soñemos. La ilusión de la final de Copa debe ser más poderosa que esta decepción.